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Dom Calmet y el Tratado de los Vampiros

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Dom Calmet; NUESTRO CURIOSO PROTAGONISTA; DOM ANTOINE AGUSTÍN CALMET, NACIÓ EN MÉNIL-LA-HORGNE FRANCIA, EL  26 DE FEBRERO DE 1672 Y MURIÓ EN LA ABADÍA DE SENONES, FRANCIA, EL  25 DE OCTUBRE DE 1757), FUE UN ABAD DE SENONES, DESTACADO EXÉGETA FRANCÉS QUE ESCRIBIÓ «HISTORIA DEL ANTIGUO Y NUEVO TESTAMENTO Y DE LOS JUDÍOS», TAMBIÉN PUBLICÓ EN 1746 UN LIBRO TITULADO EL MUNDO DE LOS FANTASMAS, EN EL CUAL SE INCLUYE UN ENSAYO SOBRE LOS VAMPIROS, CITADO POR BENITO JERÓNIMO FEIJOO Y VOLTAIRE.

DE HECHO, JOHN WILLIAM POLIDORI, NO HUBIERA ESCRITO NUNCA EL VAMPIRO, NI SHERIDAN LE FANU SU CÉLEBRE CARMILLA, NI A BRAM STOKER SE LE HUBIESE PASADO POR LA CABEZA REDACTAR LOS DIARIOS Y LAS EPÍSTOLAS QUE CONSTITUYEN DRÁCULA, LA NOVELA DE MIEDO MÁS FAMOSA DE LAS LETRAS UNIVERSALES. SIN EL TRATADO PIONERO DE DOM CALMET LOS VAMPIROS NO POBLARÍAN NUESTRAS MÁS INQUIETANTES PESADILLAS.

¿QUIÉN ERA ESE CALMET?

Nuestro Abad, Fue educado en el Priorato Benedictino de Breuil, profesando como monje benedictino en la abadía de St-Mansuy en Toul el 23 de octubre de 1688 tras unirse a la orden el año anterior. Fue ordenado sacerdote el 17 de marzo de 1696 y pasó a enseñar filosofía y teología en la Abadía de Moyenmoutier. Comenzó allí a recopilar el material para su comentario de la Biblia que completó durante su estancia como sub-prior y profesor de exégesis en Münster, Alsacia. Entre 1707 y 1716 publicó 23 tomos de su principal obra Commentaire littéral sur tous les livres de lAncien et du Nouveau Testament, realizando dos ediciones más entre 1714-20 y 1724-26. Dicha obra tuvo una primera traducción entre 1730-38 al latín de la que se publicaron tres ediciones y una segunda traducción con al menos una edición en 1730. En reconocimiento a sus cualidades como hombre instruido y pío, fue elegido prior de Lay-Saint-Christophe en 1715, abad de St-Léopold en Nancy en 1719, y de Senones en 1729. Así mismo, se le eligió dos veces como Superior General de la congregación y, aunque el Papa Benedicto XIII deseó ordenarle obispo, este increíble humanista rechazó el cargo.

UN PEDAZO…

…Quieres ser informado de todo lo que acontece en Hungría a propósito de algunos que resucitan y dan muerte a muchas gentes del país. Puedo hablar de ello con fundamento, ya que he estado varios años en esas tierras y soy curioso por naturaleza. He escuchado muchas veces narrar historias infinitas, o hechas pasar por tales, sobre los espíritus y sus sortilegios, pero apenas he creído una sola. Sobre este punto conviene ser cauteloso, y siempre se corre peligro de resultar engañado. Hay, sin embargo, ciertos hechos que no se puede menos que creerlos. En fin, en cuanto a los resurrectos de Hungría el asunto es el siguiente: Una persona enferma, pierde el apetito, adelgaza evidentemente, y al cabo de ocho, diez, a lo sumo quince días, muere sin fiebre, sin ningún otro síntoma fuera de la magrez y la extenuación. Se dice comúnmente en esos países que ello proviene de un resucitado que le asalta y le chupa la sangre. La mayor parte de los atacados de este mal cree ver un espectro blanco que lo sigue por todas partes, como la sombra al cuerpo. Cuando estábamos acuartelados en el banato de Temeswar, entre los valacos, dos soldados de la compañía en la cual yo era corneta, murieron de este mal, y muchos también que estaban atacados habrían muerto, si un cabo de nuestra compañía no hubiera hecho cesar el mal con un remedio que suelen practicar los paisanos. Es uno de los más singulares, y si bien es infalible, jamás lo he leído en ningún ritual. Escuche. Se busca un joven que pueda creerse aún virgen: se le hace montar en pelo sobre un caballo que nunca haya sido apareado, y de pelo enteramente negro, y se le pasea por el cementerio pasando encima de todas las sepulturas; aquella sobre la que el animal se resista a pasar, no obstante forzárselo a ello con insistencia, se juzga que contiene un vampiro. Se abre el sepulcro y allí se encuentra un cadáver tan carnoso y bello como si fuera un hombre en tranquilo, dulcísimo sueño; se rompe con una zapa el cuello del cadáver y brota en abundancia sangre viva y roja. Se juraría que el hombre que se degüella fuese de los más sanos y vivientes. Se cubre de nuevo la sepultura, con la seguridad que la enfermedad cesa, y cuantos estaban afectados de ella recuperan poco a poco las fuerzas, como personas extenuadas por una larga dolencia. Así sucedió con nuestros soldados que estaban enfermos. Yo era en aquel tiempo comandante de la compañía, en ausencia de mi capitán y del lugarteniente, y me desagradó en extremo que sin mí el cabo hubiera hecho esa experiencia. Me contuve con esfuerzo para no obsequiarle con múltiples bastonazos, mercancía que se da a muy buen precio en las tropas del emperador. Hubiera pagado muchísimo por encontrarme presente en aquella operación, pero fue necesario tener paciencia. Dom Calmet (1672-1757)

Nuestro curioso Abad, escribió diversos tratados que versaban sobre las andanzas de estos seres de ultratumba, y que luego se fundieron en una sola obra unificada: Disertaciones sobre las apariciones de ángeles, demonios, espíritus, resucitados, y vampiros de Hungría, Bohemia, Moravia, y Silesia (Dissertations sur les Apparitions des Anges, des Démons et des Esprits, et sur les revenants, et Vampires de Hongrie, de Boheme, de Moravie, et de Silésie). Estos estudios fueron publicados en 1746, y con el tiempo se convirtieron en un texto reverenciado y seguidos y la principal referencia sobre el tema vampírico. El Tratado sobre los vampiros, nos revela  toda suerte de detalles, totalmente documentado con nombres, apellidos, fechas, y lugares concretos, por ejemplo sobre las invasiones (Ejemplo las de Istria en el siglo XVIII) o como determinados fenómenos influyen en que alguien regrese a la vida en esta forma y con esta posesión (siempre, quizás como algo más cercano al mito del zombie moderno, que al vampiro romántico más posterior), aunque quizás y en algunos casos, con detalles de cierta inteligencia, más allá del ansia antropogafa, que en algunos casos hizo reaccionar con edictos y envío de tropas hasta al mismísimo Imperio austrohúngaro.

«Ellos son hombres muertos desde hace un tiempo considerable, más o menos prolongado, que salen de sus tumbas e inquietan a los vivos, les chupan la sangre, se les aparecen, provocan golpes en sus puertas y en sus casas, y, en fin, a menudo les causan la muerte. Se les da el nombre de vampiros o de Upires, que significa en eslavo, según dicen, sanguijuela.»

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