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Amarna; ¿Un campo de concentración infantil?

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En la novela Sinuhé, el egipcio del escritor finlandés Mika Waltari, se nos presenta un Antiguo Egipto, durante el reinado del faraón Akenatón, de quien se afirma que fue el primer gobernante monoteísta. Sin embargo el protagonista de la novela, sin embargo, no es el faraón, sino Sinuhé, el médico real, quien cuenta la historia en el exilio después de la muerte de Akenatón, y aprovecha su historia (tanto en el libro como en la película posterior) para vendernos una imagen del faraón afable y amorosa hacía su pueblo y aunque esto pudo ser así en algunos momentos, bien es cierto que ahora los arqueólogos han destapado lo que podría ser uno de los capítulos más oscuros de la historia de Egipto. 

Akenatón

El faraón Akenatón siempre fue un personaje ambiguo (y no sólo por sus representaciones andróginas y casi extraterrestres) sino por lo que significó su obsesión por implantar una nueva religión monoteista en una cultura milenaria profundamente politeísta, quizás como gran antesala a los grandes movimientos religiosos que se producirían en oriente siglos después.

Akenatón o Amenofis IV, fue el décimo faraón de la dinastía XVIII de Egipto. Su reinado está datado en torno a 1353-1336 a. C.4 y pertenece al periodo denominado Imperio Nuevo de Egipto. Hacia el cuarto año de su reinado, cambió su nombre a Neferjeperura Ajenatón.

Dentro de la historia del Antiguo Egipto, su reinado inicia el denominado Período de Amarna, debido al nombre árabe actual del lugar elegido para fundar la nueva capital: la ciudad de Ajetatón, esto es, «Horizonte de Atón». Es célebre por haber impulsado transformaciones radicales en la sociedad egipcia, al convertir al dios Atón en la única deidad del culto oficial del Estado, en perjuicio del, hasta el momento, predominante culto a Amón. Es el primer reformador religioso del que se tiene registro histórico.7 Su reinado no sólo implicó cambios en el ámbito religioso, sino también reformas políticas y artísticas.

Aunque tardíamente descubierto y todavía poco conocido, está considerado por muchos historiadores, arqueólogos y escritores como uno de los faraones más interesantes.

Amarna

Fue la ciudad ordenada construir por el faraón Akenatón hacia el quinto año de su reinado y ocupada hacia el noveno, aunque se convirtió en la nueva capital de Egipto dos años antes. Dándole un nuevo lugar al culto hegemónico de Atón, representado iconográficamente por un disco solar cuyos rayos acaban en manos portadoras de la llave de la vida. Ajetatón «El Horizonte de Atón», se localizó a mitad de camino entre Tebas y Menfis, las dos ciudades más influyentes del Antiguo Egipto.

El terrible secreto de Amarna

Los trabajos de excavación que se iniciaron en 2015 en otro de los cementerios de Amarna, en el Norte, detrás de una serie de tumbas de cortesanos, mostraron unos enterramientos aún más simples que en el cementerio del Sur, sin apenas ajuar. Casi todos los esqueletos allí exhumados corresponden a niños, adolescentes y jóvenes, sin rastro alguno de bebés o adultos. Más del 90% de los esqueletos pertenecieron a personas de entre 7 y 25 años, y la mayoría tenía menos de 15 años, paradójicamente la edad de mayor salud y con menos probabilidades de morir. «Se trata de un lugar de enterramiento para adolescentes», resalta Shepperson.

El estudio de sus restos muestran que la mayoría tenía algún tipo de lesión traumática y alrededor del 10% habían desarrollado osteoartritis. Incluso en menores de 15 años se encontró que el 16% tenía fracturas de columna, junto a otras anomalías asociadas con grandes cargas de trabajo. Eran restos de niños y adolescentes que tenían que realizar trabajos pesados habitualmente.

El aislamiento de estos enterramientos y el hecho de que fueran sepultados con poco cuidado y sin ajuar «sugiere que no fueron devueltos a sus familias para su entierro, que vivían y morían lejos del cuidado de sus familiares», continúa la arqueóloga. Había, además, un gran número de enterramientos múltiples, sin ser un grupo familiar, y los cuerpos estaban apilados directamente unos sobre otros.

El cementerio, con al menos 2.000 enterramientos, se encuentra de camino a las principales canteras de piedra, lo que ha llevado a pensar a los arqueólogos que empleados como mano de obra no calificada durante la frenética construcción de la nueva ciudad.

El final de Amarna

La ciudad se construyó así para escenificar los cambios de culto que ahora se centrarán en Atón. Ahora Ajenatón será el intermediario entre el dios supremo y la humanidad. Se produjo entonces una relación tensa entre los detractores de Ajenatón (entre ellos los sacerdotes de Amón) y sus seguidores. Después de la muerte de Akhenaton se persiguió su nombre y el del dios Aton, siendo borrados de tumbas, templos y esculturas, igual que hiciera el antiguo faraón con Amón en sus últimos años. Horemheb, comandante en jefe, se nombró faraón (después de algunos breves faraones). Se produjo seguidamente la sistemática destrucción de la ciudad, aprovechando sus ruinas (entre ellas los llamados talatat) para construir otras edificaciones. La ciudad había sido abandonada 15 años después de su fundación, hacia el tercer año del reinado de Tutankhaton (Tut-anj-Atón) posteriormente llamado Tutankhamon (Tut-anj-Amón).

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