Es uno de los lagos con menor índice de turbidez en el mundo, registrándose marcas superiores a los 20 metros de profundidad mediante la utilización de discos Secchi. Contiene en torno al 20 % del agua dulce no congelada del mundo y con sus 1.680 m de profundidad es el lago más profundo del mundo. Sobre la orilla occidental del lago vive el pueblo buriato. El lago Baikal fue nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996.
El lago Baikal (en ruso, Озеро Байкал; Ózero Baikal) es un lago de origen tectónico, localizado en la región sur de Siberia, Rusia, entre el óblast de Irkutsk en el noroeste y Buriatia en el sureste, cerca de la ciudad de Irkutsk. Su nombre deriva del tártaro Bai-Kul, «lago rico». También es conocido como el «Ojo azul de Siberia» o «La Perla de Asia».
Son pocos los lagos que pueden competir con el lago Baikal en términos de biodiversidad. Tantas como 852 especies y 233 variedades de algas, más unas 1.550 especies y variedades de animales habitan en los alrededores del lago, muchos de ellos especies endémicas, incluyendo la célebre foca de Baikal (Phoca sibirica), el único mamífero que vive en el lago. El Baikal es reconocido por la singular claridad de sus aguas. El establecimiento de una planta de procesamiento de pulpa de madera y celulosa en el extremo sur del lago, originalmente planificada en 1957, generó protestas silenciosas que, a su vez, causaron un despertar ecológico entre las personas cultas de Rusia, aunque no en la burocracia soviética. Todavía, dicha planta continúa vertiendo desechos en las aguas de Baikal. El impacto de esta contaminación en Baikal y otras afluencias similares es estudiada anualmente por el Instituto Tahoe Baikal, un programa de intercambio entre científicos de los EE.UU., Rusia y Mongolia y estudiantes graduados iniciado en 1989.
Muy poco se conocía del lago Baikal hasta que dio comienzo la construcción del Tren Transiberiano. El espectacular recorrido, que bordea parte del lago, requirió de 200 puentes y 33 túneles. Al mismo tiempo, (1896–1902), una numerosa expedición hidrogeográfica encabezada por F.K. Drizhenko produjo el primer atlas detallado de las profundidades de Baikal. En julio de 2008 se inicia la expedición de dos batiscafos rusos «Mir», llamados Mir-1 y Mir-2, y el 29 de julio se conoce que consiguieron llegar al fondo del lago por primera vez en la historia.
Un poco de Historia
La zona próxima la lago Baikal tiene una larga historia de presencia humana. Una temprana tribu conocida en la zona fueron los kurykans, antepasados de dos grupos étnicos: los buriatos; y los yakutos.
Situado en el antiguo territorio septentrional de la confederación xiongnu, el lago Baikal fue uno de los sitios de la guerra Han-Xiongnu, en la que los ejércitos de la dinastía Han persiguieron y derrotaron a las fuerzas xiongnu, desde el siglo II a. C. hasta el siglo I d. C.. Dejaron informes de que el lago era un «mar enorme» (hanhai) y lo designaron como el mar del Norte (Běihǎi) de los semimíticos Cuatro Mares. Los kurykans, una tribu de Siberia que habitaban la zona en el siglo VI, le dieron el actual nombre que se traduce en «mucha agua». Más tarde, fue llamado «lago natural» (Baygal nuur) por los buriatos y «lago rico» (Bay göl) por los yakutos.11 Los europeos poco supieron del lago hasta que Rusia se expandió en el área en el siglo XVII. El primer explorador ruso que llegó al lago Baikal fue Kurbat Ivanov en 1643.
La expansión rusa en el área ocupada por los buriatos alrededor del lago Baikal entre los años 1628-1658 es considerada parte de la conquista rusa de Siberia. Se realizó por primera vez remontando el río Angará aguas arriba desde la localidad de Yeniseysk (fundada en 1619) y más tarde desplazándose hacia el sur desde el río Lena. Los rusos habían oído hablar por primera vez de los buriatos en 1609 en la ciudad de Tomsk. De acuerdo con algunos relatos populares contados un siglo después del hecho, en 1623, Demid Pianda, que pudo haber sido el primer ruso en llegar al Lena, cruzó desde la parte superior del Lena al Angara y logró alcanzar Yeniseysk. Vikhor Savin (1624) y Maksim Perfíliev (1626 y 1627-1628) exploraron el país Tungús en el Angará bajo. Hacia el oeste, la localidad de Krasnoyarsk, en el Yeniséi superior, fue fundada en 1627 y desde allí partieron hacia el este una serie de mal documentadas expediciones. En 1628 Piotr Bekétov encontró por primera vez un grupo de buriatos y consiguió que le tributasen el yasak en la futura sede de Bratsk. En 1629, Yákov Jripunov partió de Tomsk para encontrar una mina de plata de la que había muchos rumores. Sus hombres pronto empezaron a saquear tanto a los rusos como a los nativos. A ellos se les unió otro grupo de Krasnoyarsk, pero abandonaron el país buriato cuando escasearon los alimentos. Su incursión hizo que fuera difícil que otros rusos entrasen en la zona. En 1631 Maksim Perfíliev construyó un ostrog en Bratsk. La pacificación tuvo un éxito moderado, ya que en 1634 fue destruida Bratsk y muerta su guarnición. (La historia cuenta que los buriatos, que no sabían cómo utilizar armas de fuego, decidieron quemar los mosquetes, junto con los cosacos muertos. El fuego provocó que las armas de fuego se disparasen y matasen a unas pocas personas, lo que llevó a pensar a los buriatos que los rusos seguían luchando después de muertos.) En 1635 Bratsk fue reconstruida por una expedición de castigo al mando de Radukovski. En 1638 fue sitiada de nuevo sin éxito.
En 1638 Perfíliev cruzó desde el Angará el portaje del río Ilim hasta alcanzar el río Lena y descendió aguas abajo hasta Oliókminsk. De regreso, navegó por el río Vitim en el área oriental del lago Baikal (1640), donde escuchó informes sobre el país del Amur. En 1641 se fundó en la curso superior del Lena una nueva localidad, Verjolensk. En 1643 Kurbat Ivanov fue más allá remontando el Lena y se convirtió en el primer ruso que vio el lago Baikal y la isla de Oljón. La mitad de su partida, al mando de Skorojódov, se mantuvo en el lago, alcanzando el resto el Alto Angará en su extremo norte e invernando en el río Barguzín, en el lado noreste. En 1644 Iván Pojábov subió el Angará hasta el Baikal, convirtiéndose tal vez en el primer ruso en utilizar esa ruta, difícil debido a los rápidos. Cruzó el lago y exploró el río Selenga inferior. Hacia 1647 repitió el viaje, obteniendo guías y visitando al ‘Tsetsen Khan’ cerca de Ulan Bator. En 1648, Iván Galkin construyó un ostrog en el río Barguzín que se convirtió en un centro para la expansión hacia el este. En 1652 Vasili Kolésnikov informó desde Barguzín que se podía llegar al país de Amur, siguiendo los ríos Selengá, Udá y Jilok hasta alcanzar los futuros sitios de Chitá y Nérchinsk. En 1653 Piotr Bekétov, en su segundo gran viaje para explorar y recaudar impuestos, tomó la ruta de Kolésnikov hasta el lago Irguén, al oeste de Chitá, y ese invierno uno de sus hombres, Urásov, fundó Nérchinsk, a orillas del río Nerchá. La siguiente primavera trató de ocupar Nérchinsk, pero fue obligado por sus hombres a unirse a Stephánov en el Amur. Nérchinsk fue destruido por los tungús locales, pero restaurado en 1658.
El fenómeno del fuego
Un raro fenómeno natural ha sido capturado por los reporteros del diario ruso ‘Kopeika’ en el lago Baikal, en el sur de Siberia, informa el portal Baikal Info. En el video, grabado en la república de Buriatia (Rusia), se puede observar la emisión de gases combustibles que se producen en las heladas aguas del lago más profundo del mundo. En las imágenes, un pescador local clava un arpón en el hielo y prende un fósforo cerca del agujero abierto, lo que provoca la aparición de una llamarada de más de un metro de altura.
El lago Baikal ha sido escenario en numerosas ocasiones de extrañas ilusiones ópticas y estallidos de fuego. A pesar del misterio que envolvió a estos fenómenos a lo largo de los siglos, tienen tras de sí una sencilla explicación científica. Estos efectos se producen debido a los gases combustibles que se acumulan bajo el hielo que cubre su superficie. Según los pescadores locales, es bastante fácil determinar dónde se esconde el gas acumulado. Se puede localizar en las zonas más blancas del hielo, en las que se aprecian burbujas en su interior. Normalmente, este tipo de fuegos duran cerca de un minuto.