Muralla Medieval; Desde los tiempos antiguos a los modernos se han usado para cerrar asentamientos. Generalmente las murallas se construían para proteger una ciudad o un pueblo, aunque también existen murallas que protegían regiones enteras como la Gran Muralla China o el Muro de Adriano, que delimitaban fronteras entre pueblos.
Las murallas más antiguas existentes y las más conocidas suelen ser obras de albañilería con piedra, cemento o ladrillo, aunque existen variantes hechas en madera. Dependiendo de la topografía del área a proteger se podían incorporar otros elementos naturales como ríos o costas a la línea de defensa lo que las hacían más efectivas.
Las murallas solo se pueden cruzar por las puertas y algunas veces por torres. En la Edad Media el derecho de asentarse para construir una muralla era un privilegio, llamado «derecho de almenaje» en las fortificaciones medievales. La práctica de la construcción de murallas tuvo su origen en la prehistoria y fue refinándose al crecer las ciudades en Europa.
El uso de la muralla está constatado desde la prehistoria y fueron muy comunes en la Edad Media. Algunas rodeaban a un castillo, otras a una ciudad (como la Muralla romana de Lugo, la Muralla de Ávila o la muralla de Gerona) y otras formaban grandes líneas defensivas, como la Gran Muralla China.
Algunas se complementaban con torreones y fosos para aumentar su inexpugnabilidad. La zona superior, practicable, se denomina adarve. La parte más compleja de construir son las puertas, más conocidas como portales, a la vez que representaban su punto débil pero a su vez más importante.
Durante la edad media la muralla cumplía una serie de funciones:
- Defensiva
- Demostración de fuerza e independencia política
- Jurídica, separaba los proscritos extramuros
- Fiscal
- Límite físico
- Ornamento, haciendo la ciudad más noble, más bella
Adarve o paseo de ronda. Corredor situado sobre una muralla u otro tipo de fortificación que se protege por un lateral por un parapeto almenado y que permitía a los defensores moverse con rapidez en sus labores de vigilancia o combate frente a los atacantes.
Albardilla. Tejadillo a doble vertiente que evita que el agua de lluvia penetre en el interior del merlón.
Alcázar. Recinto fortificado que es además sede real o residencia del señor.
Almena. Espacio existente entre merlones. Con la utilización de la artillería en las campañas militares, se las comenzó a conocer como cañoneras ya que por ellos se asomaba el extremo de los cañones.
Aspillera. Abertura en los muros que sirve para la defensa, precursora de las troneras, que sufre normalmente un ensanchamiento exterior llamado abocinamiento. Se llama deriva al ensanchamiento vertical y derrame al horizontal.
Barbacana. Edificación avanzada y aislada de defensa y vigilancia de un ingreso, paso, puente o puerta.
Cadalso. Estructura de madera colgada por medio de modillones (ménsulas o canes) y mechinales, tanto en torres como en paños de muralla. Generalmente cubiertos, tienen el frente y la base aspillerado para el hostigamiento vertical. El cadalso es el precursor de los matacanes y de las ladroneras.
Cubo. Cualquier torre y en particular las de sección circular. Sirve para flanquear la defensa e incluso la misma fortificación haciendo las veces de contrafuerte.
Escaraguaita. Antecesora de las garitas aspilleradas del siglo XVI. Se trata de un borje situado normalmente en las esquinas o al medio de los paños, de forma cilíndrica, sobre una lámpara o sobre ménsulas o canecillos y que sobresale del antepecho por encima del adarve.
Foso. Defensa consistente en un canal natural o artificial que rodea la fortaleza al menos por uno de sus flancos, lo que impide el acceso directo a las defensas, dificulta la zapa y las minas, e incrementa la altura relativa de las barreras del castillo desde su base exterior.
Garita. Hueco de vigilancia para los centinelas, de reducidas dimensiones, aspillerado y cubierto.
Ladronera. Elemento defensivo que se proyecta exteriormente del antepecho, a modo de balcón, con el suelo aspillerado para el ataque vertical, situado normalmente sobre accesos para su defensa y sostenido por matacanes.
Lienzo. Muro, pared, paño.
Liza. El espacio que media entre el antemuro o barrera y el castillo.
Matacán. Voladizo que se ubica en la parte alta de una torre, muralla o cualquier otra fortificación y que permite, de forma segura, observar al enemigo y atacarle si fuera el caso. Por los orificios inferiores se podía lanzar proyectiles sobre los atacantes que se localizaban en la base.
Ménsula. Elemento que sirve de soporte a cualquier otro elemento constructivo. Su vuelo siempre es mayor a su altura.
Merlón. Se trata del saliente vertical que culmina muchas fortificaciones y que permitía ocultarse al defensor quedando a salvo de los ataques enemigos.
Postigo. Pequeña puerta inscrita en otra mayor para el paso de peatones.
Poterna. Puerta trasera, que se suele encontrar elevada y de difícil acceso. Se utilizaba como puerta falsa para poder entrar o salir en caso de asedio.
Saetera. Hueco abierto en los muros, normalmente con abocinamiento interior y sin derrame, usado para disparar con arco o ballesta. Se diferencia de la aspillera en que ésta tiene normalmente derrame y deriva externa.
Tambor. Torre cilíndrica o cubo. Generalmente se asocia con torres anchas y poco altas.
Torrejón. Torre grande. Define una torre más grande que las demás en un castillo, es decir, la torre del homenaje.
Torre del Homenaje. Torre destacada de la fortaleza que contenía, por lo general, las salas nobles.
Tronera. Pequeño hueco en los muros usado para disparar armas de fuego. La más característica es la forma de cruz sobre un círculo –cruz y orbe- o en forma de cerradura invertida. El hueco sobre el orbe se usaba para apuntar con las armas. Otros tipos son en forma de buzón, rectangulares, de banco corrido,…
Fusileras. Colocadas entre anchas almenas en la segunda década del XVI.
Debido al descubrimiento de la pólvora en el siglo XIII, y su utilización por los Turcos en 1453 para conquistar Constantinopla, en el siglo XV comienzan a hacerse un nuevo tipo de muralla. La primera estrategia contra la pólvora fue quebrar la muralla, luego proteger las esquinas, y por último aumentar la distancia de las murallas. Esta muralla a diferencia de la medieval, era baja para no ser vista, y muy ancha (hasta 500 metros) para alejar al máximo los cañones. Es decir, mientras que la medieval tenía varias funciones, la muralla de pólvora tenía una función específicamente militar defensiva.
Pero mientras que la muralla medieval favorecía el comercio en las puertas de muralla y mantenía una buena comunicación con los arrabales, la muralla de pólvora aislaba completamente la ciudad.