
Black Knight: ¿un satélite en órbita desde hace 13.000 años?
El llamado “Caballero Negro”, identificado oficialmente por el NORAD como el objeto S025570 1998-067C, es uno de los enigmas más persistentes en la historia de la exploración espacial. Según sus defensores, se trataría de un artefacto de origen extraterrestre, con al menos 13.000 años de antigüedad, orbitando la Tierra en una trayectoria casi polar. Para la versión oficial, no es más que un fragmento de basura espacial desprendido durante la misión STS-88 en 1998. Sin embargo, esa explicación presenta un problema evidente: existen testimonios y registros sobre su posible existencia que se remontan a finales del siglo XIX, mucho antes de la era espacial. ¿Quién, entonces, podría haberlo puesto en órbita en 1899?
Los orígenes de la leyenda
La historia del Caballero Negro se entrelaza con los experimentos de radio de Nikola Tesla en 1899, cuando afirmó haber detectado señales extrañas procedentes del espacio, imposibles de explicar con la tecnología de la época. Décadas más tarde, en 1928, el radioaficionado Jorgen Hals, desde Oslo, registró unos misteriosos ecos de largo retardo —señales de radio que regresaban con varios segundos de retraso—, un fenómeno que sigue sin una causa plenamente aceptada.
En 1973, el escritor y astrónomo aficionado escocés Duncan Lunan analizó aquellos ecos y sugirió que podían ser el mensaje codificado de una sonda extraterrestre en órbita terrestre desde hace 13.000 años. Según su hipótesis inicial, la sonda apuntaba hacia la estrella Epsilon Boötis, como si tratara de indicar su lugar de procedencia. El revuelo que causó esta afirmación fue tal que Lunan terminó retractándose, alegando errores metodológicos y temiendo por su reputación.
Avistamientos y detecciones oficiales
En 1954, varios periódicos estadounidenses publicaron la supuesta declaración de Donald Keyhoe, investigador y oficial retirado del Cuerpo de Marines, afirmando que la Fuerza Aérea había detectado dos satélites en órbita terrestre. El detalle desconcertante era que, por entonces, ningún país poseía la capacidad tecnológica para lanzar satélites.
En febrero de 1960, la revista TIME informó que la Marina de los Estados Unidos había localizado un objeto oscuro en órbita, sospechando que se trataba de un satélite espía soviético. Semanas después, se rectificó la información, asegurando que era un fragmento perdido del satélite estadounidense Discoverer VIII. Para muchos, aquello fue simplemente una explicación de conveniencia.
El misterio se intensificó en 1963, cuando el astronauta Gordon Cooper, durante su decimoquinta órbita a bordo de la Mercury 9, reportó haber visto un objeto no identificado. Las estaciones de seguimiento confirmaron la anomalía, pero la NASA no reconoció oficialmente el incidente, alegando que no había evidencias verificables.
La hipótesis de la señal alienígena
La pieza central del mito del Caballero Negro sigue siendo la teoría de Lunan. En su artículo publicado en la revista Spaceflight, afirmó que había descifrado las señales registradas en la década de 1920, interpretándolas como un saludo proveniente de una civilización que orbitaba alrededor de Arcturus, en el sistema binario Epsilon Boötis. Según sus cálculos, la posición de la estrella en el mensaje correspondía a hace unos 13.000 años, lo que indicaría que la sonda habría estado vigilando la Tierra desde entonces.
Pese a su retractación, la historia ya había calado en la cultura popular. Desde entonces, cada fotografía de un objeto oscuro y asimétrico en órbita, cada eco de radio inexplicable o cada error en el seguimiento de satélites, ha servido para alimentar el mito.
Mito o realidad
Para los críticos, el Caballero Negro no es más que una amalgama de casos no explicados o no entendidos. Para sus defensores, es una de las pruebas más antiguas y persistentes de que no estamos solos, y de que alguna civilización —o varias— ha observado la Tierra durante milenios. Sea cual sea la verdad, la leyenda del Caballero Negro sigue flotando en la órbita de nuestro imaginario colectivo, tan inasible y misteriosa como la figura oscura que dicen surca los cielos sobre nosotros.