Anunnaki; Más allá del mito y de las conspiraciones que las hay y muchas entorno a estos dioses de la antigüedad; En la mitología mesopotámica, los Anunna eran, inicialmente, los dioses más poderosos y vivían con Anu en el cielo.
Posteriormente, sin que se haya establecido un motivo claro de este cambio, fueron los Igigi los considerados como dioses celestes mientras el término Anunna se empleaba para designar a los dioses del Inframundo, especialmente a siete dioses que hacían la función de jueces en el Inframundo.
En el mito de Atrahasis se afirma que, antes de la creación del hombre, los dioses tenían que trabajar para vivir. Entonces, los Anunna lograron que una categoría de dioses inferiores, los Igigi, trabajaran para ellos, hasta que se rebelaron y rehusaron continuar trabajando. Entonces Enki creó a la humanidad para que esta asumiera la responsabilidad de realizar las tareas que los dioses menores habían abandonado y a través del culto suministrarían el alimento a los dioses.
En el poema Enûma Elish, fue Marduk quien creó la humanidad y después dividió a los Anunna entre el cielo y la tierra y les asignó tareas. A continuación, los Anunna, agradecidos a Marduk, fundaron Babilonia y edificaron un templo en su honor, llamado Esagila.
En el Poema de Gilgamesh, la morada secreta de los Anunna estaba en el Bosque de los Cedros.
En la versión sumeria del Viaje de Inanna a los Infiernos, los Anunna ejercen una labor de jueces del Inframundo y condenan a muerte a la diosa Inanna en su enfrentamiento contra su hermana Ereshkigal.
La mitología mesopotámica es el nombre colectivo dado a las mitologías de las civilizaciones mesopotámicas anteriores a la civilización persa: sumeria, acadia, asiria y babilónica. Los sumerios practicaron una religión politeísta con dioses antropomórficos que representaban fuerzas o presencias en el mundo, tal y como lo haría más adelante la civilización griega. En sus creencias establecen que los dioses originalmente crearon a los seres humanos para que éstos se convirtieran en sus sirvientes, pero los liberaron cuando fueron demasiados, porque pensaron que podrían llegar a dominarlos debido a su gran número.
Muchas historias en la religión sumeria aparecen homólogas a las historias en otras religiones del Medio Oriente. Por ejemplo, el relato bíblico de la creación del hombre, la cultura de los elamitas, así como la narrativa del diluvio universal y el arca de Noé se asemeja mucho a las historias asirias. Los dioses sumerios tienen representaciones distintamente similares en religiones acadias, cananitas y de otras culturas. Algunas de las historias y deidades también tienen sus paralelos griegos; por ejemplo, el descenso de Inanna al inframundo (Irkalla) se asemeja a la historia de Perséfone.
Anunnaki; Divinidades sumerias y semitas
El universo apareció por primera vez cuando Nammu, un abismo sin forma, se abrió a sí mismo y en un acto de auto-procreación dio nacimiento a An (Anu) (dios del cielo), y a Ki (diosa de la Tierra), referida comúnmente como Ninhursag. La unión de Anu (An) y Ki produjo a Enlil, el señor del viento, quien eventualmente se convirtió en el líder de los dioses. Después, Enlil fue desterrado de Dilmun (el hogar de los dioses) debido la violación de Ninlil, de la que tuvo un hijo, Sin (dios de la Luna), también conocido como Nannar. Sin y Ningal dieron a luz a Inanna (diosa del amor y de la guerra) y a Utu o Šamaš (dios del Sol). Durante el destierro, Enlil engendró tres deidades del inframundo junto con Ninlil, el más notable de ellos fue Nergal.
Nammu también dio a luz a Enki o Abzu, dios del abismo acuático. Enki también controló el Me, los decretos sagrados que gobernaron las cosas básicas tales como la física y las cosas complejas tales como el orden y leyes sociales. Esto se considera el origen del mundo sumerio. Dentro de la mitología mesopotámica puede hacerse una división entre las divinidades sumerias y las semitas. Primero existieron los dioses sumerios que más tarde fueron adaptados por los acadios, babilonios, asirios, arameos y caldeos (todos ellos pueblos semitas).
La tríada sumeria la formaban An, Enlil y Enki, que eran dioses y la tríada semita estaba compuesta por los dioses Sin, Ištar y Šamaš, los equivalentes a la Luna, Venus y el Sol. Existían además otros dioses menos tradicionales que representaban la fertilidad y la diosa madre. En el lenguaje sumerio, «Nin» significa ‘señora’ y «En» significa ‘señor’. Por otra parte, ki es ‘tierra’ y lil es ‘aire’. De ahí resulta sencillo saber quién era el señor de la tierra (o dios de la tierra Enki), el señor del aire (o dios del aire Enlil), la señora del aire (o diosa del aire Ninlil), etc.
Los mitos sumerios son explicaciones sencillas y de fácil comprensión destinadas a la gente sin mucho conocimiento acerca de la antigua Sumeria, y están narrados en textos acadios como el Enuma Eliš y el Atrahasis. Tratan cuestiones teológicas, políticas o filosóficas y reflejan aspiraciones e ilusiones expresadas en forma de novelas y poemas.
La característica general de los mitos es la de situar el personaje, generalmente un hombre, en su entorno normal, pero sometido a las fuerzas de la naturaleza, la política o la economía. Estas fuerzas pesan sobre su destino, que está marcado por los dioses. Del mito se saca una reflexión, un consejo.
Estos mitos pueden considerarse como parábolas y se dividen en varios temas:
- Acerca de los orígenes: de la tierra, de las cosas.
- Acerca de la organización: fundación de ciudades, orden en el mundo, grupos sociales.
- Acerca del contacto de los dioses con los hombres: Ejemplo, los Siete Malvados y los Siete Sabios.
- El héroe. Aparecen epopeyas, de género épico. El héroe obtiene experiencia y conocimientos a partir de sus viajes.
- El más allá (ej. mito de Inanna o descenso a los infiernos).
- Acerca de la vida de los dioses.
Dioses, demonios y héroes
- Adapa: Primer rey
- Anat: diosa de la fertilidad y la guerra
- Anshar: padre del cielo
- Anu: el dios del cielo más elevado
- Antu: diosa creadora
- Apsu: el gobernante de los dioses y de los océanos subterráneos
- Assur: dios nacional de los asirios
- Atrahasis: Protagonista del poema épico del mismo nombre**
- Baal: deidad superior a todas las demás y principal dios de los Caldeo-Asirios
- Damkina: diosa de la madre tierra
- Dumuzi: dios de la vegetación
- Ea: dios de la sabiduría
- Emesh: dios de la vegetación
- Enbilulu: dios a cargo del Éufrates y el Tigris
- Enmesarraa: dios de las leyes
- Endursaga: dios heráldico sumerio
- Enkimdu: dios de los ríos y canales
- Enlil: dios del clima y las tormentas
- Enten: dios agricultor
- Enurta: dios de la guerra
- Ereškigal: diosa del inframundo
- Erra: dios de la guerra, disturbios y revueltas
- Gilgameš: héroe de la gran epopeya de Gilgameš posterior al diluvio
- Geshtu-E: dios menor de la inteligencia
- Gugalanna: consorte de Ereshkigal
- Gula: diosa de la sanación
- Hadad: dios del clima
- Huwawa: guardián del bosque de cedros de los corazones
- Inanna: diosa del amor y la guerra, protectora de Uruk
- Ištar: diosa del amor
- Isimud: dios mensajero
- Iskur: dios de las tormentas y las lluvias
- Kabta: dios responsables de los picos, palas y moldes de ladrillos
- Kingu: marido de Tiamat
- Kishar: padre de la tierra
- Lahar: diosa del ganado
- Marduk: dios nacional de los babilonios
- Mummu: dios de las neblinas
- Mushdamma: dios puesto a cargo de los edificios y las casas
- Mušḫuššu: animal mitológico
- Nabu: dios de las artes de escribir
- Namtar: dios sirviente en el inframundo
- Nannar: dios de la luna
- Nanse: diosa de la justicia
- Nergal: dios del inframundo
- Nidaba: diosa de la fertilidad y la escritura
- Ninazu: dios secundario del inframundo
- Ningal: diosa de las cañas
- Ningikuga: diosa de la cañas
- Ningizzida: dios del árbol bueno
- Ninhursag: diosa de la madre tierra
- Ninkasi: diosa de la elaboración de alcohol
- Ninkurra: diosa madre menor
- Ninlil: diosa del aire
- Ninmah: diosa creadora
- Ninsar: diosa de las plantas
- Ninsikil: diosa patrona del paraíso mítico de Dilmun
- Ninsubur: diosa o dios mensajero
- Ninsuna: diosa de las vacas
- Nintu: deidad madre
- Ninurta: dios de Nippur
- Nunbarsegunu: diosa madre
- Nusku: dios de la luz y el fuego
- Oannes: Personaje mitad hombre mitad pez
- Pasittu: demonio que arrebata bebés
- Šamaš: dios del sol y de la justicia
- Sin: dios de la luna (otro nombre de Nannar)
- Tasmetu: diosa consorte de Nabu
- Tiamat: diosa dragón
- Tišpak: dios de Ešnunna
- Uras: diosa ctónica (véase ctónico)
- Utnapishtim: protagonista del diluvio
- Utu: dios del sol
- Uttu: diosa de los tejidos y la ropa
- Utukki: demonios del inframundo
- Zarpanitu: diosa del nacimiento
- Ziusudra: protagonista del diluvio
Zecharia Sitchin y su versión sobre los Anunnki
Educado en el Mandato Británico de Palestina y licenciado en Historia Económica por la London School of Economics, conocía algo el hebreo clásico y el moderno, y un poco de sumerio; así como de otros idiomas antiguos de oriente. Tradujo y reinterpretó antiguas tablillas e inscripciones de los pueblos donde surgieron las primeras civilizaciones. Durante años fue uno de los principales periodistas y editores de Israel. Vivía en Nueva York, donde participó en programas de televisión y radio. Las obras de Sitchin han sido traducidas a veintiséis lenguas y publicadas en ediciones de bolsillo, incluso en versión Braille para invidentes.
Las teorías de Sitchin se apoyan en interpretaciones personales de fuentes sumerias, babilónicas, y mitologías del Cercano Oriente, de la arqueología y de la Biblia, comparándolo con los libros del Antiguo Testamento, el Libro de los Jubileos y otras fuentes.
La teoría de Sitchin y la creación del ser humano
Sitchin interpretó las traducciones en lenguas modernas de los textos escritos en varias tablillas de arcilla que se encuentran en distintos museos del mundo, Según esta interpretación, habría que hablar de una nueva versión de la creación humana, según la cual seres extraterrestres serían los responsables del inicio y la evolución de la especie humana (mediante intervención con ingeniería genética).
Fue autor de las «Crónicas de la Tierra», una serie de 7 libros en los que expuso el resultado de sus investigaciones: El 12.º planeta (presentado en 1976) fue el primero de ellos. Además de estos ejemplares, 7 volúmenes más acompañan a la serie, añadiendo estudios recientes, descubrimientos y exposiciones nuevas acerca de sus teorías. Sus reinterpretaciones provocaron muy diversas reacciones. Según su reinterpretación de las traducciones realizadas por los expertos en lenguas sumerias, acadias y asirio-babilónicas, existe en el sistema solar un planeta llamado Nibiru que se acerca cada 3600 años, provocando cambios positivos o catástrofes. El tamaño y la órbita con la cual Nibiru («Planeta del Cruce» traducido) ingresa a nuestro sistema solar (a favor de las agujas del reloj, contrario al resto de planetas), serían los causantes de tales eventos.
Según las teorías de Sitchin basadas en sus reinterpretaciones personales sobre los Anunnaki, y en lo que cree que debe leerse en los escritos sumerios sobre el origen del planeta Tierra, Nibiru (Marduk para los babilonios) fue capturado por la órbita de Neptuno (EA). Ingresó en nuestro sistema solar contrariamente al sentido en el cual giran los demás planetas (en contra de las agujas del reloj) y varios de los satélites del «planeta intruso» impactaron con la Tierra (Tiamat) partiéndola en dos, y desplazándola de su órbita natural. Con el tiempo, nuestro planeta, iría adquiriendo la forma como lo conocemos hoy día, y los restos de la colisión serían el cinturón de asteroides. Según dice Sitchin, en los textos sumerios se hablaría de una raza extraterrestre (los Anunnaki), que habrían creado a los humanos para que trabajaran como esclavos en sus minas de África (y en otros lugares de la tierra como América del Sur y Mesoamérica), con el fin de obtener minerales y metales, principalmente oro.
Según su reinterpretación, los de «cabeza negra» de Sumeria fueron creados por esos seres, al mezclar las esencias de vida del hombre/mujer simio y los Anunnaki. El proceso consistía en «fijar» sobre la criatura ya existente la «imagen» (la composición genética, interna) de los Anunnaki; es decir, implementar mejoras en el hombre/mujer simio mediante manipulación genética y, adelantándose así a los acontecimientos evolutivos, darle vida al «hombre», al Homo sapiens. El término «cabezas negras» es el autónimo que los sumerios utilizaban para referirse a ellos mismos. Se veían así mismos como esclavos al servicio de los dioses, que los habrían creado para que trabajaran para ellos. Todo ello, según la reinterpretación personal de Sitchin.
Las tablillas sumerias se refieren a la gente de cabeza negra que fueron creados en una región geográfica llamada ‘AB.ZU.’ (Mundo Inferior o Hemisferio Sur), Sitchin pensaba que correspondía a África del occidental. Sin embargo, el AB.ZU, para los sumerios, no es una región geográfica, sino es el principio primordial masculino del agua dulce de los acuíferos subterráneos. Sitchin habla de que la realeza era una combinación de «Dioses» y humanos, o que eran descendientes directos del dios solar, Shamhash.
Nibiru (el noveno planeta) y origen de la raza Anunnaki
Nibiru es el nombre de un cuerpo celeste de la mitología babilónica. Zecharia Sitchin centro parte de sus razonamientos en base a la existencia de este planeta hasta el día de su muerte en octubre de 2010, por lo que fue públicamente vapuleado y vilipendiado por la comunidad científica (entre otras cuestiones que posteriormente han sido replanteadas por la NASA y otras agencias o instituciones que antes no le tomaban muy enserio).
La propuesta es que Nibiru es un planeta más allá de Neptuno que cruza las órbitas del resto de planetas, la comunidad científica negaba tajantemente la existencia de un planeta así, y han realizado múltiples declaraciones en este sentido. Para los astrónomos, «las persistentes declaraciones acerca de un planeta cercano pero invisible son simplemente absurdas».
Desde los foros científicos se alerta sobre una estrategia habitual para confundir y alimentar el mito de la existencia de este planeta, consistente en relacionar el planeta ficticio Nibiru con cualquier comentario acerca del Planeta X o con el planeta enano Eris. En 1930, Clyde Tombaugh encontró el planeta Plutón, después de una sistemática búsqueda iniciada por el Observatorio Lowell como resultado de las predicciones de Lowell acerca de la existencia de un miembro adicional en nuestro sistema solar (debidas a la órbita irregular de Neptuno). Sin embargo, se comprobó que la masa de Plutón era diminuta, y una vez analizada la órbita de Caronte (la luna de Plutón) se encontró que la masa del sistema era demasiado pequeña para afectar a la órbita de Neptuno. La búsqueda del Planeta X continuó.
En 1983 se produjo el lanzamiento del satélite-telescopio infrarrojo IRAS. Basadas en las observaciones de este satélite, se publicaron unas declaraciones, y posteriormente en 1984 también un artículo científico en la revista Astrophysical Journal Letters, titulado “Unidentified point sources in the IRAS minisurvey” (‘fuentes puntuales no identificadas en el miniestudio de IRAS’), en las que se discutían varias fuentes infrarrojas detectadas de origen desconocido. Este artículo provocó gran revuelo, y el resurgimiento de la polémica.
En 2008, un equipo japonés anunció que según sus cálculos, debía existir un planeta no descubierto a una distancia de unas 100 UA. (la unidad astronómica es la distancia media entre la Tierra y el Sol: unos 150 millones de kilómetros) con un tamaño de hasta dos tercios del de la Tierra. Estos cálculos refuerzan la hipótesis de la existencia de un Planeta X, y una vez más dan que pensar… sobre porque este hombre llegó a esa conclusión que tan sólo a día de hoy la «ciencia oficialista» comienza a dar como posible, tras machacarle como a un Copernico moderno.
Aunque los científicos han estado buscando el Planeta X durante 100 años, la posibilidad de que este fuese real ha tomado impulso recientemente cuando los investigadores de Caltech dedujeron su existencia en base a anomalías orbitales observadas en los objetos del cinturón de Kuiper, una región en forma de disco de cometas y otros cuerpos más grandes más allá de Neptuno.
Sobre los Anunnaki; Si los investigadores de Caltech están en lo cierto, el Planeta X pesa aproximadamente 10 veces la masa de la Tierra y en la actualidad podría estar hasta 1.000 veces más distante del Sol que nuestro mundo.
Ahora, Daniel Whitmire, profesor retirado de Astrofísica y actualmente en el Departamento de Ciencias Matemáticas de la Universidad de Arkansas, ha publicado un hallazgo en Monthly Notices de la Royal Astronomical Society: el aún no descubierto Planeta X desencadena lluvias de cometas vinculadas a las extinciones masivas en la Tierra a intervalos de aproximadamente 27 millones de años. Por tanto, Las extinciones masivas periódicas en la Tierra, acreditadas en el registro fósil, podrían estar relacionadas con la presentida existencia de un noveno planeta en el Sistema Solar.
Whitmire y su colega, John Matese, publicaron por primera vez la investigación sobre la conexión entre el Planeta X y las extinciones en masa en la revista Nature en 1985, mientras trabajaban como astrofísicos de la Universidad de Luisiana en Lafayette. Su trabajo fue presentado en un artículo de la revista Time en 1985 titulado «¿Mataron los cometas a los dinosaurios? Una Nueva teoría sobre extinciones en masa».
En aquel momento había tres explicaciones propuestas para explicar las lluvias regulares de cometas: el planeta X, la existencia de una estrella hermana del sol, y las oscilaciones verticales del sol en su órbita alrededor de la galaxia. Las dos últimas ideas posteriormente se han descartado por ser incompatibles con el registro paleontológico. Sólo el Planeta X se mantuvo como una teoría viable, y ahora está ganando atención renovada.
La teoría de Whitemire y Matese es que a medida que el Planeta X gira alrededor del sol, su órbita inclinada gira lentamente y el Planeta X pasa a través del cinturón de Kuiper de cometas cada 27 millones de años, expulsando los cometas en el sistema solar interior. Los cometas desalojados no sólo chocan contra la Tierra, sino que también se desintegran en el interior del sistema solar a medida que se acercan al sol, reduciendo la cantidad de luz solar que llega a la Tierra.
En 1985, un vistazo al registro paleontológico apoyó la idea de lluvias de cometas regulares que se remontan 250 millones de años. Nuevas investigaciones muestran evidencia de que este tipo de eventos datan tan atrás como 500 millones de años. Whitmire y Matese publicaron su propia estimación del tamaño y la órbita del Planeta X en su estudio original. Creyeron que sería entre una y cinco veces la masa de la Tierra, y alrededor de 100 veces más distante del sol, un número mucho menor que las estimaciones de Caltech. Matese ya se ha retirado y ya no publica.
Whitmire se retiró de la Universidad de Luisiana en Lafayette en 2012 y comenzó a enseñar en la Universidad de Arkansas en 2013. Whitmire dice lo que es realmente interesante es la posibilidad de que un planeta distante puede haber tenido una influencia significativa en la evolución de la vida en la Tierra.