Inicio Moderna y Contemporánea Siglo XVIII El navío sagrado de Oseberg: esplendor funerario del mundo vikingo

El navío sagrado de Oseberg: esplendor funerario del mundo vikingo

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Se conoce como barco de Oseberg a una extraordinaria embarcación vikinga descubierta en un túmulo funerario de gran tamaño, situado junto a la granja de Oseberg, en la región de Tønsberg (Vestfold, Noruega).

El hallazgo fue llevado a cabo entre 1904 y 1905 por los arqueólogos Gabriel Gustafson (sueco) y Haakon Shetelig (noruego), constituyendo uno de los descubrimientos más importantes de la arqueología escandinava. Hoy puede admirarse en el Museo de Barcos Vikingos de Oslo.

Características del barco

Construido hacia el año 820, el navío fue utilizado durante un tiempo para la navegación antes de ser destinado a su uso funerario. Está compuesto casi en su totalidad por planchas de roble ensambladas con clavos. Mide 22 metros de eslora y 5 de manga, y contaba con un mástil de entre 9 y 10 metros de altura. Su vela de aproximadamente 90 metros cuadrados le permitía alcanzar velocidades de hasta 10 nudos.

El diseño del barco permitía la remada por parte de 30 hombres —15 por cada costado— y disponía de un timón lateral y un ancla de hierro. Tanto la proa como la popa están ricamente decoradas con tallas de gran complejidad artística, en un estilo ornamental propio que ha sido bautizado como “estilo Oseberg”. Si bien estaba capacitado para la navegación, su fragilidad estructural sugiere que se empleaba principalmente para desplazamientos costeros o rituales.

Tønsberg, el entorno del hallazgo

Tønsberg ha sido tradicionalmente considerada la ciudad más antigua de Noruega, aunque las investigaciones actuales sitúan su fundación alrededor del siglo XII. Fue un centro urbano de gran relevancia durante la Edad Media, aunque su importancia decayó tras varios incendios devastadores. En el siglo XVIII experimentó un nuevo auge como núcleo ballenero y naviero. En la actualidad, su economía gira en torno al sector servicios, con una creciente presencia del turismo, aunque la actividad agrícola e industrial aún conserva cierto peso.

Los restos humanos y el ajuar funerario

En el interior del túmulo se hallaron los restos óseos de dos mujeres. Una de ellas, de entre 60 y 70 años, padecía diversas dolencias, incluida una artritis avanzada. La otra, de entre 25 y 30 años, se encontraba en mejor estado. No se ha podido determinar cuál de las dos ostentaba mayor jerarquía, ni si una fue sacrificada para acompañar a la otra en su tránsito a la muerte. La magnificencia del enterramiento sugiere que al menos una de ellas pertenecía a la élite vikinga, posiblemente a una figura de carácter sagrado o político.

Un análisis dendrocronológico de la madera utilizada en la sepultura ha fechado el enterramiento en el otoño del año 834. Aunque durante un tiempo se especuló con la posibilidad de que la mujer de mayor edad fuera la reina Åsa, madre de Halfdan el Negro y abuela de Harald I de Noruega, dicha teoría ha sido descartada. Actualmente se considera más plausible que se tratara de una sacerdotisa o figura ritual de alto rango.

El túmulo fue saqueado en la Antigüedad, presumiblemente en busca de metales preciosos, pero aun así se halló un conjunto de objetos de gran valor arqueológico. Entre ellos destacan cuatro trineos decorados con exquisita talla, un carro ceremonial de madera de cuatro ruedas —único en su tipo conservado íntegramente—, así como camas, baúles, utensilios domésticos y herramientas agrícolas. De especial interés son los textiles hallados: prendas de lana, tejidos de seda importada y pequeños tapices, elementos que constituyen una de las escasas evidencias de vestimenta vikinga conservadas.

Un legado inmortal

El barco de Oseberg no es sólo una obra maestra de la carpintería naval vikinga, sino también un testimonio tangible del poder, la espiritualidad y la riqueza de las sociedades del norte en la Alta Edad Media. Su carácter ritual y simbólico lo convierten en una de las expresiones más refinadas del arte funerario escandinavo. A través de sus maderas, ornamentos y silencios, aún resuenan los ecos de un pueblo que hizo del mar su camino y de la muerte, un rito sagrado.

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