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Ziusudra, el misterioso Noe sumerio del poema de Gilgamesh

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En algún texto es mencionado como hijo de Ubartutu o Ubara-Tutukin, pero por otras fuentes se podría conjeturar que es su abuelo. En otro libro su padre es «SU-KUR-LAM», que también es traducido como Shuruppak, similar al nombre de la ciudad en que vive Utnapishtim. Sukurlam, aparece como padre de Ziusudra: «Ziusudra sucedió a su padre Sukurlam, como rey de Shuruppak». En otro texto, Utnapishtim escribe a su hijo Ziusudra, y también se refiere a él como «hijo de Ubartutu». Por lo tanto no está claro si Ziusudra era él mismo, su hijo o su hermano (en el caso que hayan sido ambos hijos de Ubartutu).

Utnapishtim (en Babilonia Utnapištim, y también conocido como Ziusudra por sumerios y Atrahasis por acadios) es un personaje presente en el mito del diluvio mesopotámico; siendo además el sabio al que recurre el héroe mitológico Gilgamesh, para poder encontrar la inmortalidad en El Poema de Gilgamesh.

El doctor Joseph Pagan, de la UCLA ha traducido el nombre así:

El nombre se compondría de dos elementos, Ut y Naphishtim. Hasta ahora, no se ha podido encontrar una explicación satisfactoria para el primer elemento, aunque en otras inscripciones se presenta como un sumerograma cuneiforme que se leería UD.ZI, siendo ZI la representación sumeria para «vida». El segundo elemento es del babilónico antiguo acadio. En el caso nominativo sería naphishtum y significa «aliento» y, por extensión, «vida», derivado de la palabra consonántica NPSH (infinitivo naphashu) «que respira». En el caso genitivo este segundo elemento sería un compuesto: «de la vida». También hay una ortografía alternativa del nombre como Ú-ta-na-ish-tim en la antigua versión babilónica de la tablilla X (Fragmento Meissner). La omisión del signo phi puede ser un error del escriba, de lo contrario el nombre significaría «El que funda la vida» o «El reposo (Na) de los hombres (Ishtim)».

La Leyenda

El Diluvio Mesopotámico, es un episodio del poema épico de Epopeya de Gilgamesh. Cuenta la leyenda que hubo una época en que los dioses vivían junto a los humanos en la ciudad de Shuruppak. Estos decidieron un día acabar con la raza humana con una inmensa inundación. Pero Ea, tuvo piedad, y a través de las paredes de la choza de Utnapishtim, le dio la orden de destruir su casa, construir un barco y subir a este a todas las especies vivientes conocidas. La tierra fue asolada por una tempestad que duró seis días y seis noches hasta que el séptimo todo se calmó. Utnapishtim se asomó desde su barco y vio como toda la humanidad se había convertido en arcilla y como en el paisaje, solo emergía el pico del monte Nisir, lugar donde estaba posada el arca.

Después de una semana, Utnapishtim soltó una paloma que volvió. Después soltó una golondrina que también volvería. Por último soltó un cuervo que no volvió, indicando a Utnapishtim de que las aguas había bajado, ya que el pájaro había encontrado un lugar donde posarse. Sólo entonces salió del arca, hizo un libación y quemó como ofrendas cañas y maderas de cedro y mirto. Al fracasar el plan del diluvio ideado por Enlil, éste se enfureció y se quejó a Ea. Pero Ea defendió su causa y la de los hombres de tal forma que Enlil se emocionó y bendijo a Utnapishtim y su mujer, los cuales -según palabras de Enlil- desde ese momento serían semejantes a los dioses.

El Poema de Gilgamesh no cuenta las causas de este diluvio. Pero de las muchas versiones mesopotámicas que hay de este relato, existe una, la Atrahasis (inuma ilû awîlum en babilonio) que sí nos narra dichas causas. Al parecer, antes de la existencia del hombre, los dioses trabajaban la tierra. Pero esto les costaba mucho y se quejaban hasta el punto de que algunos llegan a rebelarse. En este momento, Ea propone la creación del hombre para que realicen el trabajo de los dioses. Primeramente se creará un hombre y posteriormente catorce más (siete hombres y siete mujeres). Sin embargo, la humanidad comenzó a multiplicarse y el ruido que hacía era cada vez mayor, de tal forma que Enlil no podía dormir. Intentaron reducir su número con una epidemia y con una sequía, pero ni de esta manera conseguían los dioses reducir notablemente el número de hombres. Como último recurso, se decidió convocar el diluvio.

Ziusudra

Ziusudra (también Utnapishtim para babilonios o Atrahasis para acadios), es un héroe de la mitología sumeria, protagonista del mito sobre el diluvio universal, encontrado en su versión más antigua en una tablilla hallada en Nippur.

El mito

El mito relata cómo los hombres habían cansado a los dioses con su comportamiento y sus ruidos por lo que éstos deciden destruirlos enviando un diluvio. Enki, que había sido el creador de los humanos, según el texto de Nippur “Después que An, Enlil, Enki y Ninhursag hubo creado al (pueblo) de los cabezas negras”, se apiada y comenta que no desea la destrucción de los humanos.

Yo quiero (…)¿no? la destrucción de mi raza humana
para Nintu quiero atajar la destrucción de mis criaturas
Haré retornar a las gentes a sus establecimientos
Construirán ciudades en todos los lugares
y haré que su sombra sea apacible

Luego pide a Ziusudra que cree una embarcación y se refugie junto a las distintas especies de animales, hasta que pase el diluvio.

Ziusudra oyó a su lado
estando de pie en el lado izquierdo del muro (…):
«Junto al muro, yo te diré una palabra
(escucha) mi palabra presta oído a mis instrucciones
Un diluvio va a inundar todas las moradas
todos los centros de culto
para destruir la simiente de la Humanidad (…)
(Tal) es la decisión
el decreto de la Asamblea (de los dioses)
(Tal) es la palabra de An, Enlil (y Ninhursag)
(…) la destrucción de la realeza

Más tarde, la narración continúa con el relato del diluvio.

Todas las tempestades y los vientos se desencadenaron (en un mismo instante)
el diluvio invadió los centros de culto
Después que el diluvio hubo barrido la tierra durante siete días y siete noches
y la enorme barca hubo sido bamboleada sobre las vastas aguas por las tempestades
Utu salió, iluminando el cielo y la tierra
Ziusudra abrió entonces una ventana de su enorme barca
Utu hizo penetrar sus rayos dentro de la gigantesca barca
El rey Ziusudra se prosternó (entonces) ante Utu
el rey le inmoló gran número de bueyes y carneros
«Invocaréis por el cielo y por la tierra (…)»
An (y) Enlil invocaron por el cielo y por la tierra (…)
hicieron aparecer los animales que surgieron de la tierra
El rey Ziusudra se prosternó ante An (y) Enlil
An (y) Enlil cuidaron de Ziusudra, le dieron vida como (la de) un dios
hicieron descender para él un eterno soplo como (el de ) un dios
Entonces al rey Ziusudra, que salvó de la destrucción
la simiente de la humanidad en aquel tiempo
allende los mares, en el Oriente, en Dilmun, (le) hicieron vivir

Esto luego se vio reflejado en la mitología asiria en el poema acadio, Atrahasis, en el cuál el héroe es Atrahasis.

Atrahasis

Atrahasis, también Atar-hasis y Atram-hasis, es un término acadio que da nombre a un manuscrito firmado y datado por un copista llamado Kasap-aya en tiempos de Ammi-Saduqa, que reinó desde 1646 a. C. hasta 1626 a. C. Es un extenso poema que abarca desde el origen del mundo a la creación del hombre, comprendiendo la narración del Diluvio entre otras. Actualmente la copia más antigua y completa se encuentra en el Museo Británico de Londres en el salón 56 Mesopotamia, identificado como ME-78941.

La historia

La historia de Atrahasis también es conocida como Utnapishtim (para los babilonios) o Ziusudra (para los sumerios), siendo el protagonista del poema que lleva el nombre «Atrahasis», empieza mucho antes de que éste entre en escena, y antes de que el hombre fuera pensado y creado, en tiempos en que los dioses menores tenían que drenar los canales, cavar zanjas y hacer todo el trabajo pesado.

Los dioses tuvieron que drenar los ríos y limpiar los canales,
y las fronteras de la vida de la tierra,
los dioses drenaron el lecho del Tigris
y luego ellos drenaron el Éufrates.

Después de 3600 años de este trabajo, los dioses finalmente comienzan a quejarse. Deciden declararse en huelga, quemando sus instrumentos de trabajo y rodeando «la vivienda del dios principal Enlil (su templo)”. Nusku, el visir de Enlil, lo busca y lo encuentra descansando en su cama, lo alerta de la muchedumbre enfadada afuera. Estos asustan a Enlil (su cara es descrita como «cetrino como un tamarisco»). Nusku aconseja a Enlil que convoque a otros grandes dioses, sobre todo a Anu (el dios de cielo) y a Enki (el dios inteligente del Apsu). Anu aconseja que se averigüe quién es el cabecilla de la rebelión y envían a Nusku para preguntar a la muchedumbre de los dioses, cuál es su líder. Las respuestas de la muchedumbre, ¡«Cada uno de nosotros dioses ha declarado la guerra!»

¡Belit-ili la diosa madre (diosa de la matriz o diosa del útero) está presente,
Dejad a la diosa madre crear al descendiente,
y dejad al hombre llevar la carga de los dioses!

Cuando los dioses superiores ven que el trabajo de los dioses inferiores es demasiado pesado, deciden sacrificar a uno de los rebeldes, para el bien de todos. Ellos tomarán a un dios, lo matarán, y crearán a la humanidad, mezclando la carne del dios y su sangre con la arcilla. Luego, Enki les instruye sobre rituales de purificación para el primero, el séptimo y el decimoquinto día de cada mes. Los dioses sacrifican a Geshtu-E, «un dios que tenía la inteligencia» (su nombre significa (piensa) «el oído» o “la sabiduría”) y la humanidad se forma de su sangre y de arcilla. Después de que la diosa madre mezcla la arcilla, toda la tropa de dioses escupen saliva sobre ello. Entonces Enki y la diosa madre toman la arcilla en «la habitación del destino, » donde

Las diosas madres (diosas de la matriz o diosas del útero) fueron montadas.
Él (Enki) mezcló la arcilla en presencia de Ella (Belit-ili, también Ninhursag, o Aruru, o Dingirmakh, o Ninhursaga, o Ninmah, o Nintu/Antu)
Que se mantuvo recitando un conjuro,
Mientras Enki, se quedaba y presenciaba todo, él le hizo recitar.
Cuando ella hubo terminado su conjuro,
Pellizcó catorce pedazos de arcilla, y puso dos juegos,
Siete pedazos a la derecha, siete a la izquierda.
Entre ellos, ella dejó un ladrillo de fango.

La creación del hombre parece ser descrita aquí como si fuera análoga o similar al proceso de hacer ladrillos: primero el amasado de la arcilla y luego se aprietan las partes, que se harán ladrillos. Aquí, las siete partes de la derecha se hacen machos y las siete de la izquierda se hacen hembras. El ladrillo que se coloca entre los dos grupos puede ser un símbolo del feto, ya que cuando los trocitos de arcilla están listos para ser «nacidos», su nacimiento es descrito como esto:

Cuando el décimo mes vino, Ella [la diosa del nacimiento] junto a su personal, abrió la matriz.

Tal como alguien pone una espátula de madera en un horno de ladrillos, para quitar los ladrillos, la diosa de la matriz o la comadrona usa un asistente para comprobar y ver si la matriz (útero) se ha dilatado bastante para el nacimiento. Después de que los siete hombres y siete mujeres nacen, la diosa del nacimiento da reglas para que se hagan celebraciones en el nacimiento: ellos deberían durar durante nueve días en los cuales un ladrillo de fango debería ser dejado. Después de nueve días, el marido y la esposa podrían reasumir relaciones conyugales.

Al principio, la solución de los dioses con sus dificultades va bien: los hombres hacen nuevos picos y azadas, y cavan canales más grandes para alimentarse, tanto ellos, como a los dioses. Pero después de 1200 años, la población se ha reproducido tanto que Enlil tiene problemas para dormir:

El país era tan ruidoso como un toro que bramaba.
Los dioses crecían agitados y sin paz, con los disturbios ensordecedores,
Enlil también tuvo que escuchar el ruido.
Él se dirigió a los dioses superiores,
El ruido de humanidad se ha hecho demasiado grande,
pierdo el sueño con los disturbios.
Dé la orden que la -surrupu- (enfermedad) estalle.

La plaga estalla, pero Atrahasis, sabio, apela a su dios Enki para que le ayude. Éste le aconseja que haga que la gente deje de rezar a sus dioses personales y comience a rezar y a ofrecer sacrificios al dios de la plaga, Namtar. Namtar se siente tan avergonzado por este espectáculo de atención que él limpia «lejos sus manos» y declara el final de la plaga.

Después de otros 1200 años, la humanidad nuevamente se ha multiplicado al punto que se violan las ordenanzas de Enlil acerca del ruido. Esta vez Enlil decide una sequía para reducir el número de habitantes, y consigue que Adad, el dios de las lluvias de los truenos, contenga las lluvias. Otra vez Atrahasis apela a Enki, y otra vez él le aconseja concentrar la adoración en un dios responsable. Adad también se siente avergonzado, y libera su lluvia.

Otros 1200 años pasan, y el ruido se hace enorme. Esta vez, Enlil quiere asegurarse que ningún dios pueda debilitar su resolución, entonces declara «un embargo general de los regalos de toda la naturaleza. Anu y Adad debían guardar el cielo, Enlil la tierra, y Enki las aguas, y ver que ningún medio de alimentación alcance a la raza humana». Además, Enlil decreta la infertilidad:«Que la matriz quede demasiado apretada para dejar (salir) al bebé fuera». Las cosas finalmente se ponen bastante mal:

Cuando el segundo año llegó, los hombres ya habían agotado lo almacenado.
Cuando el tercer año llegó, las miradas y la belleza de la gente
Fueron cambiadas por el hambre.
Cuando el cuarto año llegó, su estampa y porte habían declinado,
Sus hombros de buen semblante, se sentó con los hombros caídos,
La gente salió ante el público encorvada.
Cuando el quinto año llegó, una hija miraría a su madre;
Una madre no abriría la puerta a su hija….
Cuando el sexto año llegó
Ellos sirvieron a una hija para una comida,
Servida de un hijo para el alimento.

Aunque aquí las tablillas están rotas y el texto está fragmentado, parece que Enki frustra el plan de “hambre completo” y libera grandes cantidades de pescado para alimentar a la gente hambrienta. Enlil se pone furioso con Enki, pero la rotura está al mismo nivel del resto de los dioses, y él además va contra un plan al cual todos habían estado de acuerdo. Convencido de borrar a la humanidad de la faz de la tierra, Enlill decide dos cosas: Enki creará una inundación para borrarlos y lo forzarán a jurar para no interferir con la destrucción. ¡Enki se opone a la idea de la inundación! («¿Por qué debería yo usar mi poder contra mi gente? …¡Esa clase de trabajo es para Enlil«), pero al parecer, él finalmente tiene que prestar juramento.

Después de otra rotura, el texto continúa con Enki que se dirige a Atrahasis (¡todavía vivo, después de todos estos años!) para advertirle de la inundación inminente. En realidad, Enki habla a las paredes de la choza de caña de Atrahasis, para no actuar en contra de su juramento:

¡Pared, escúchame atentamente!
¡Choza de caña, asegúrate Tú, de escuchar a todas mis palabras!
Desmonta la casa, y construye un barco…
¡Que la azotea sea como el Apsu, que ni el sol pueda penetrar dentro!
Haz cubiertas superiores e inferiores,
al abordar deben ser muy fuertes,
que el betún sea fuerte.

Atrahasis junta a los mayores de Shuruppak y pone una excusa para dejar la ciudad: dice que Enki y Enlil están enfadados el uno con el otro y que Enki me ha mandado que vaya al borde del agua. Cosa que hace, y allí él construye su barco y lo llena con cada tipo de animal (el texto está fragmentado aquí) y su familia. Adad comienza a tronar, y enfermo con el destino inminente («su corazón se rompía y él vomitaba la bilis»), Atrahasis sella por encima la puerta del barco con el betún. La tormenta y la inundación resultan ser más de lo que los dioses planearon:

Como un asno salvaje que grita los vientos aullaron,
la oscuridad era total, no había ningún sol….
Como para Nintu la “Gran Amante”,
Sus labios se resecaron por la escarcha.
Los grandes dioses, los Annuna,
Estaban sedientos y hambrientos.
La diosa miró y lloró…

La gran diosa madre se queja amargamente de los defectos de Enlil y de Anu, como funcionarios con poder de decisión, y llora por los humanos muertos que «obstruyen el río como libélulas.» También, «ella añoró la cerveza (en vano).» Ahora esto es la vuelta de los dioses a pasar hambre: «como la oveja, ellos sólo podrían llenar sus tráqueas del balar. / Sediento como ellos, estaban sus labios / Descargados sólo la escarcha de hambre «. Después de siete días y noches de lluvia, la inundación disminuye, Atrahasis desembarca y ofrece un sacrificio. Los dioses hambrientos huelen la fragancia y se juntan «como moscas (que) vuelan sobre el ofrecimiento». En otro pasaje mutilado del texto, la gran diosa se entusiasma y jura con un collar, con el que ella recordará la inundación. Enlil descubre el barco y está furioso, sabiendo que sólo Enki podría haber sido bastante inteligente para salir con este nuevo truco. Enki admite que él advirtió a Atrahasis, «ante el desafío» de Enlil: «Me aseguré que la vida fuera conservada«. El texto está fragmentado en este punto, pero al parecer Enki persuade a Enlil de adoptar un plan más humano (menos drástico) para tratar con el problema demográfico y ruidoso. Enki y la diosa de la matriz Nintu deciden que de allí en adelante un tercio de las mujeres no dará a luz satisfactoriamente: un demonio Pasittu «arrebatará al bebé del regazo de su madre». Ellos también crean varias clases de mujeres de templo a las que no permiten tener niños.

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