El predecesor de todos los juegos de la familia del Ajedrez, es decir, no solo del ajedrez europeo sino también del xiangqi, shōgi o el makruk, surgió presumiblemente en la India septentrional como juego para cuatro. Este ajedrez primitivo se conocería como chaturanga en Persia y tras la conquista por los árabes continuaría desarrollándose siguiendo las expansiones islámicas.
El Chaturanga
En su obra El libro de los reyes, el poeta persa Ferdusí (935-1020) cuenta acerca del origen del chaturanga, donde plantea que el juego se creó debido a una polémica surgida tras una guerra de sucesión al trono entre dos hermanos. Para resolverla, un grupo de sabios decidió reproducir dicha batalla colocando, en un suelo de escaques de buena madera teca oscura y marfil, blanco estatuillas que representaban: dos grupos de infantes en fila, atrás del grupo de infantes se colocaron ordenadamente, el rey, su general, dos elefantes, dos carruajes y dos caballeros con sus respectivos equinos. A cada estatuilla se le atribuyó el papel que habían jugado en la batalla y lo representaron mediante movimientos sobre las casillas así: el general no se podía mantener alejado de su rey más de una casilla, el elefante se desplazaba tres casillas verticalmente, el caballero se desplazaba tres casillas diagonalmente y los soldados de infantería se desplazaban una casilla hacia adelante.
El término chaturanga se acuñó de chatur (que significa ‘cuatro’ en sánscrito) y anga (que significa ‘miembros’), es decir los cuatro miembros que integran un ejército: infantería, caballería, elefantes y carruajes.
Por lo antiguo de los escritos de Ferdusí, surge la duda si bien fueron basados en hechos reales o no, lo que importa es que hace muchos siglos en la India se manejaba un juego que representaba una guerra en un tablero.
El chaturanga es un antiguo juego originario de la India y del cual parece provenir el ajedrez tal como se conoce hoy en día, así como otros juegos como el shōgi, el janggi y el makruk. La referencia más antigua al chaturanga se encuentra en el Majábharata (texto épicorreligioso del siglo III a. C.).
En el Jarsha-charita (escrito por Baná Bhatta hacia el 640) se encuentra otra mención del juego, refiriéndose a que en la época del rey Jarsha Vardhana comenzó un inédito período de paz, en que las guerras solo se realizaban sobre un tablero de ajedrez:
Solo las abejas discutían (mientras extraían el néctar), los pies solo se cortaban en los versos, y el chaturanga se practicaba sobre el ashtapada.
Baná Bhatta, Jarsha-charita
Se cree que la versión moderna del chaturanga se ha jugado desde alrededor del año 600, por lo que se le considera la versión más antigua del ajedrez. El chaturanga es el antecesor directo del shatranj, que fue la forma en la que el ajedrez llegó a la Europa medieval.
Su historia
Los árabes conquistaron entre los años 632 y 651 el imperio Sasánida. Durante ese tiempo entraron en contacto con el ajedrez. Por ellos llegó el juego, que solo por adaptación fonética se llama shatranj, a su primera época de gran esplendor. Como ajedrecistas de élite se nombra al-Adli (ca. 800-870), quien compuso el primer manual de ajedrez. Le siguen ar-Razi (ca. 825-860), Mawardi (en 900), as-Suli (880-946) y al-Lajlaj (en 970). Importantes fuentes literarias les debemos a Firdausi y a al-Mas’udi. Se desarrolló mediante una rica colección de aperturas (Tabjien) y situaciones finales (Mansuben). Un elemento clave del shatranj son el planteamiento y la resolución de problemas. Los árabes contribuyeron decisivamente a su expansión.
El juego entró en Europa a través de varios caminos. Uno de los primeros contactos se produjo a través del Imperio bizantino, especialmente en Constantinopla. El ajedrez bizantino o zatrikion, se distingue sin embargo del shatranj. Los varegos trajeron el juego de Constantinopla (Miklagard, para ellos) a Rusia, donde desde comienzos del siglo VIII comenzó a jugarse. A través de los árabes llegó el ajedrez en el siglo IX a España. El texto europeo más antiguo, en el que se contienen las reglas del juego, es un libro del alto medioevo, titulado Versus de Scachis escrito en versos latinos por un compositor anónimo del siglo X. Procede probablemente de entre los años 900 y 950 y de Italia septentrional. Del siglo duodécimo procede un poemario compuesto en hebreo por el filósofo sefardí Abraham ibn Ezra (1089-1164). En el siglo XIII se compuso bajo el patrocinio del rey Alfonso X un famoso manuscrito titulado Libro de los juegos y que trata sobre ajedrez, tablas reales (hoy backgammon) y dados.
Hacia finales del siglo décimo quinto comenzaron a cambiar las reglas de manera decisiva. Se regularían los movimientos del peón, el alfil y la dama. El peón podría ahora dar dos pasos en el primer movimiento (hasta entonces uno solo); el alfil, a cualquier distancia (hasta entonces solo saltaba dos escaques); y la dama, a discreción en cualquiera de las ocho direcciones (antes llamada alferza, avanzaba únicamente un escaque en dirección diagonal), con lo que de repente pasó de ser una figura relativamente débil a convertirse en la más importante del tablero y a dotar de gran espectacularidad al juego.
Mediante estos ajustes se cambió el juego completamente. Se trata del nacimiento del ajedrez moderno. El nuevo juego exigía distintas tácticas y aperturas. El ejercicio ganó en velocidad y, al mismo tiempo, en popularidad. Estas novedades se introdujeron probablemente en Valencia entre los años 1470 y 1490 y se manifestaron en el poema valenciano Scachs d′amor, el documento más antiguo sobre el ajedrez moderno. Los compositores y a la vez famosos ajedrecistas fueron Francesc de Castellvi, Narcis Vinyoles y Bernat Fenollar. En el año 1495, Francesch Vicent publicó el primer libro de ajedrez con el título Libre dels Jochs Partits dels Schacs en Nombre de 100 ordenat e compost. En la actualidad no hay ningún ejemplar de este incunable, aunque existen razones para creer que debe conservarse algún ejemplar, de hecho se ofrece una jugosa recompensa a quien encuentre uno. En el año 2005 el historiador José Antonio Garzón (Chelva, 1966) a través del estudio de unos manuscritos que se conservan en Italia consiguió recrear el libro, hecho que plasmó en su libro El regreso de Francesch Vicent: La historia del nacimiento y expansión del ajedrez moderno.
En el año 1498 apareció un libro de ajedrez de Luis Ramírez de Lucena: Repeticion de Amores e Arte de Axedres con CL Juegos de Partido. Pero la caligrafía gótica con que está escrito solo surge hacia 1500, con lo que la autoría y la datación no están claras. Contiene doce aperturas según las nuevas reglas y treinta problemas de ajedrez. Hacia 1512 aparece en Roma el libro de aprendizaje de Pedro Damiano titulado Questo libro e da imparare giocare a scachi et de le partite. Esta primera edición marcó el comienzo del ajedrez moderno. Como consecuencia parece que surgieron círculos ajedrecistas especialmente en la Península Ibérica y en Italia. A finales del siglo décimo sexto era Ruy López de Segura el mejor jugador del mundo. Fue derrotado en 1575 en el primer torneo internacional de la historia organizado en la corte de Felipe II por el calabrés Giovanni Leonardo da Cutro, quien a continuación venció también al mejor jugador portugués, El Morro, y de regreso en Madrid, a su paisano Paolo Boi. De entre los mejores ajedrecistas de su tiempo destaca también Giulio Cesare Polerio. Estas personalidades fundaron la época dorada del ajedrez italiano, que finalizó en 1634 con Alessandro Salvio y la muerte de Gioacchino Greco.
Luis Ramírez de Lucena
A finales del siglo XV las reglas actuales del ajedrez ya habían aparecido pero aún no estaban unificadas, y en cada lugar se jugaba con matices más o menos diferentes. En esa época Luis de Lucena compuso un libro en el que por primera vez aparecían unificadas todas las reglas del ajedrez, que son con las que se juega actualmente. Llevaba por título Repetición de amores y arte de ajedrez, con 150 juegos de partido, y la primera edición apareció en Salamanca en 1497. También incluía las reglas antiguas.
Es de suponer que se trata de una recopilación, ya que su riqueza de ideas es asombrosa, y si fueran obra de Lucena, habría que considerarlo el mayor genio ajedrecístico de todos los tiempos. No obstante, su recopilación muestra un conocimiento de los secretos del juego que le convierten, seguramente, en uno de los más grandes ajedrecistas de su tiempo.
Lucena enunció más o menos someramente los principales planteamientos actuales: el Giuoco piano de la apertura italiana, la apertura española, la del peón de dama, el gambito de rey, las defensas que hoy se conocen con el nombre de Philidor, Petrov, la francesa, la holandesa, los fianchettos de rey y de dama, la apertura de alfil, y otras que posteriormente se ha atribuido a ajedrecistas más modernos. Incluye las ideas fundamentales del desarrollo de las piezas, los problemas del avance de los peones, sobre todo los del enroque, la importancia de ocupar el centro, la de abrir líneas para los alfiles, la torre y la dama.