LOS ILUMINADOS SOBREVIVIERON A SU PROHIBICIÓN Y SON RESPONSABLES DE NUMEROSOS FENÓMENOS, CONSIDERADOS DESAGRADABLES POR DETRACTORES, CON MAYOR O MENOR RIGUROSIDAD HISTÓRICA.
ILLUMINATI
Disfrutan de una especial popularidad las teorías conspirativas según las cuales habrían influido el surgimiento de los Estados Unidos. Pero se las considera insostenibles sobre la base de la sucesión de acontecimientos de las guerras emancipatorias norteamericanas comenzadas el año 1775, es decir, previas a la formación de la orden; La única reminiscencia real de los Iluminados de Baviera, es la Orden Illuminati, cuyo Gran Maestre es Mike Melo, fracomasón y reconocido por el Supremo Consejo Iluminista del Sur de los Estados Unidos que fuera precedido en tiempos anteriores por Albert Pike, incluso, este individuo (Melo) cuenta con los registros legales y el uso de imagen legal de la institución que fuera formada en 1776.
Otras teorías sostienen que los illuminati están detrás del apoyo financiero de colectivos sociales como el feminismo o el movimiento gay o movimientos neocomunistas con la intención de fracturar y confundir a la sociedad llevándola hacia la «degeneración moral». Se trataría de movimientos sociales que que habrían sido puestos en marcha y financiados por las redes ocultistas mundiales y directamente relacionadas con el NWO. Dichas afirmaciones cuentan con poca o ninguna credibilidad o rigurosidad historica. y entran más en el ámbito de la fantasía de la ficción literaria o de fantasiosos YouTubers en busca de visitas gratuitas, pero… ¿quienes son estos Illuminati realmente?
EL PROFESOR ADAM WEISHAUPT
Adam Weishaupt (1748-1830), profesor de derecho eclesiástico y filosofía práctica de la universidad de Ingolstadt, Baviera, fundó el 1 de mayo de 1776, con dos alumnos suyos, la «Asociación de los perfectibilistas». Como símbolo de la organización eligió el mochuelo de Atenea, la diosa griega de la sabiduría en el trasfondo se encontraba el clima intelectual universitario, prácticamente dominado por los jesuitas, orden disuelta tres años antes. La Orden de los Iluminados más conocida en su versión en latín illuminati, ‘iluminados’, era el nombre dado a varios grupos, tanto reales como ficticios. Históricamente se refiere a la organización Illuminati de Baviera, una sociedad secreta de la época de la Ilustración, fundada el 1 de mayo de 1776, la cual manifestaba oponerse a la superstición, los prejuicios, la influencia religiosa sobre la vida pública, los abusos de poder del Estado y apoyaba la educación de la mujer y la igualdad entre los sexos. Con el apoyo de la Iglesia católica, el gobierno de Baviera prohibió la organización de los Illuminati -junto con otras sociedades secretas-, y la misma se disolvió definitivamente en 1785. En los años siguientes, el grupo fue vilipendiado por críticos conservadores y religiosos, que afirmaban que los miembros de los Illuminati de Baviera se habían reagrupado y eran responsables de la Revolución Francesa.
que tantos desean con ansia, tan a menudo han buscado estérilmente el arte de regir a los hombres, de conducirlos a lo bueno […] y después guiarlo todo, con lo que los hombres hasta ahora sueñan y sólo a los más iluminados les parece posible.
Reinhart KoselleckKritik und Krise
ILLUMINATI
En su uso posterior, «Illuminati» se refiere a las diversas organizaciones que reclaman o presuntamente tienen vínculos con los Illuminati bávaros originales o con sociedades secretas similares, y con frecuencia son acusados de conspirar para controlar los asuntos mundiales, planear eventos y ser agentes de siembra en diversos gobiernos y empresas, con el fin de establecer un Nuevo Orden Mundial y/o buscar el aumento de su poder político. Figura central de algunas de las más conocidas y elaboradas teorías de la conspiración, así como de varias obras de ficción, los Illuminati se han representado como un grupo político/económico/esotérico al acecho y en las sombras, que constantemente tira de las cuerdas y palancas del poder. Esta descripción puede encontrarse en decenas de novelas, películas, programas de televisión, cómics, videojuegos y videos musicales. Weishaupt, con veintiocho años, era el único profesor de Ingolstadt sin pasado en la Compañía y se encontraba correspondientemente aislado del cuerpo docente, también debido a su entusiasmo por las ideas de la Ilustración. Para ofrecer protección a los alumnos de las intrigas jesuíticas, que presuponía por todas partes, pero sobre todo para proporcionarles acceso a la literatura crítica eclesiástica contemporánea, fundó la «Asociación de sabiduría secreta», en cuyos comienzos no era más que un círculo de lectores anticlericales con un máximo de veinte miembros. Aparte de esto, el fundador vio en la Orden Rosacruz, una orden mística espiritual perteneciente a la masonería, un mal siempre creciente que debía combatirse.
SOCIEDAD SECRETA
La siguiente reorganización sucedió en 1780 tras la adhesión del aristócrata bajo sajón Adolph von Knigge. Tal como el propio Weishaupt confesó, no existía «en absoluto, sólo en su cabeza». Y en 1782 Knigge le proporcionó a la orden una estructura paramasónica, con Weishaupt y Knigge —entre otros— como directores sobre el llamado «Areópago».2 Con esta nueva distribución, que se detallará más adelante, consiguieron los Iluminados reclutar a muchos masones e infiltrarse en logias enteras. De trasfondo estaba la crisis iniciada hacia 1776 entre los niveles altos masónicos alemanes con la ruptura de la Estricta observancia templaria. Karl Gotthelf von Hund und Altengrotkau había conseguido atraerse a las diferentes logias hacia su mandato mediante este rito más bien apolítico-romántico, que aseguraba ser sucesor de la orden Templaria, disuelta en 1312. Durante muchos años, además había afirmado mantenerse en contacto con «Superiores desconocidos», que le habían iniciado en la francmasonería. Como al fallecer en 1776 ningún tipo de «Superiores secretos» contactara con ellos, había gran confusión en la logia. En la convención masónica de la Estricta observancia, acontecida en Wilhelmsbad entre el 16 de julio y el 1 de septiembre de 1782, Knigge y su segundo representante de los Iluminados, Franz Dietrich von Ditfurth, un ilustrado radical manifiesto, se ganaron el liderazgo de opinión para su orden. El sistema templario fue abandonado, y la orden de la Rosacruz quedó en minoría en su esfuerzo por mantener esa tradición. Ambos iluminados consiguieron incluso, con Johann Christoph Bode, ganarse a un representante principal de la Estricta observancia. El número de miembros aumentó rápidamente, sin embargo este éxito suponía a la vez el comienzo del final: Knigge amenazó epistolarmente con delatar sus secretos a los jesuitas y a los rosacrucianos, reforzando la desconfianza y preocupaciones de Weishaupt. Ya que Knigge y Bode hubieran incorporado al príncipe Karl von Hessen-Kassel y a Ferdinand von Braunschweig, así como al duque Ernst von Sachsen-Gotha y Carl August von Sachsen-Weimar, todos ellos representantes de la autoridad absolutista. Estas sospechas no estaban infundadas, pues Carl August y su consejero privado Goethe se habían afiliado con el único fin de investigar a la Orden. Como resultado se agudizaron las discrepancias entre Weishaupt y Knigge hasta el punto de que la orden amenazaba con disolverse. En febrero de 1784, para eso se convocó en Weimar un tribunal arbitral llamado “congreso”. Para sorpresa de Knigge, el juicio del congreso en el que participaron, entre otros, Johann von Goethe, Johann Gottfried Herder y Herzog Ernst von Sachsen-Gotha, fue que debía construirse un nuevo Areópago. Este parecía ser un compromiso tolerable. Pero como era previsible que el fundador de la orden siguiera siendo influyente aún sin presidencia formal en el Areópago, ello significaba una clara derrota para Knigge. Se acordó entonces el silencio y el retorno de todos los papeles, y el primero de julio abandonó Knigge la orden. Y en el tiempo siguiente se apartó de los “estragos de la moda” de querer arreglar el mundo mediante sociedades secretas. Por su parte Weishaupt le entregó la dirección de la orden a Johann Martín, conde de Stolberg-Roßla.
Quien también generalmente quiere iniciarse en la libertad, la amplia iluminación en general: pero la Iluminación no consiste en el conocimiento de palabras, sino de cosas, no se trata de la comprensión de conocimientos abstractos, especulativos, teóricos, que inflan el espíritu, pero no mejoran el corazón.
Rede an die neu aufzunehmenden Illuminatos dirigentes
Durante las disputas internas, las asociaciones secretas habían atraído sobre sí la atención de las autoridades bávaras. Eran el blanco de sospechas de asesinatos afines a la ilustración, que pretendían alterar el orden tradicional, infiltrándose entre los funcionarios públicos para alcanzar un «Estado razonable».3 Consecuentemente, el 22 de junio de 1784 el príncipe elector Karl Theodor prohibió todas las «comunidades, sociedades y fraternidades» fundadas sin su aprobación señorial. Carlos II Teodoro de Baviera (aquí en un retrato de 1763) prohibió la orden mediante varios edictos entre 1784 y 1785 El dos de marzo de 1785, bajo presión de Peter Frank, canciller barón de Kreittmayr, el barón rosacruciano de Törring y otros cortesanos, se promulgó un edicto adicional, que esta vez prohibía a los Iluminados y a los Francmasones llamándolos por su nombre, y considerándolos altos traidores y enemigos de la religión. Mediante registros domiciliarios se confiscaron varios papeles de la orden que aportaron sucesivos indicios sobre la radicalidad de sus propósitos. Documentos encontrados en un mensajero difunto informaron sobre el nombre de un miembro. Ese mismo año el papa Pío VI aclaró en dos cartas al obispo de Freising (18 de julio y 12 de noviembre), que la adhesión a la orden era incompatible con la fe católica. A consecuencia de las prohibiciones de 1784-1785 se produjeron las persecuciones de miembros. Se llegó a registros domiciliarios y confiscaciones, algunos consejeros y oficiales perdieron el puesto, algunos miembros fueron desterrados, pero nadie resultó encarcelado.4 El mismo Weishaupt cuyo papel fundador se desconocía al principio, resultó sospechoso, pero sólo huyó cuando tuvo que admitir la fe católica, primero a la ciudad imperial libre Ratisbona, y en 1787 otra vez a Gotha, donde Herzog Ernst le proporcionó una consejería áulica sinecura. En abril de 1785 el conde Stolberg-Roßla declaró la orden oficialmente suspendida –tras aboliciones temporales–. Bode aprovechó la coyuntura para conservar la asociación con vida.5 E intentó resucitar la misma con ayuda de la Iglesia minerval de Weimar y la Orden de los amigos invisibles, pero debió abandonar ese proyecto en 1790 debido al clima estrictamente anti-iluminista de los años revolucionarios. Los investigadores están generalmente de acuerdo, en que la desarticulación de la orden de los Iluminados fue completa. El 16 de agosto de 1787 se promulgó un tercer y más estricto edicto de prohibición, so pena de muerte, del reclutamiento de miembros para masones e iluminados. Continuaban entonces en los círculos autoritarios, rumores de una supervivencia de los Iluminados. Estas promulgaciones desataron una primera histeria anti-iluminista, especialmente se sospechaba de las agitaciones de las asociaciones secretas ilustradas radicales. Una segunda ola, claramente más enérgica, sucedió durante la Revolución Francesa, pues el miedo a los jacobinos se fundió con el anterior a los Iluminados. En este estado anímico, el ministro de Estado bávaro Maximilian von Montgelas –quien a su vez había sido iluminado– hizo prohibir todas las organizaciones secretas al llegar al poder en 1799, y otra vez en 1804. Cómo de fuerte era la fascinación pública en los años en torno a la Revolución Francesa por las misteriosas e inquietantes sociedades secretas e iniciáticas, se nota por diversas obras literarias de la época, desde Der Geisterseher de Schiller hasta Der Groß-Cophta de Goethe y las inquietantes sociedades de Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister, pasando por Jean Paul Die unsichtbare Loge (1793).
LA INTENCIÓN…
Según Weishaupt el medio para alcanzar la libertad era principalmente la educación, pero no sólo la aportación externa de conocimientos, sino en primera línea la formación del corazón, la moralidad, que debería capacitar a los individuos para autodominarse, y por lo tanto serían superfluas otras formas de dominio como el despotismo de los príncipes absolutistas, pero también el despotismo espiritual ejercido por la Iglesia católica. Los modales de las viejas costumbres serían también condición y camino para una sociedad libre e igualitaria sin príncipes ni iglesia. Como Weishaupt explicó en su discurso cit. supr., la historia misma estaría de su parte: recurriendo a pensadores como Joachim von Fiore presentó una historia filosófica entre periodos temporales: en la «Infancia de la humanidad» no había ni dominio ni propiedad ni ansias de poder. Eso comenzó en la «Época juvenil», con el surgimiento de los primeros estados, que se desviaban más y más hacia el despotismo. De ahí surgió la nostalgia del paraíso perdido de la ausencia de dominio: «el despotismo mismo debería ser el medio para facilitar el camino a la libertad» escribió Weishaupt en una redacción para la clase de misterio de su orden.7 En el «tiempo de la madurez» el género humano superará el despotismo sin violencia a través de la provocación de la nostalgia, de la libertad, mediante la ilustración y mediante el autodominio que Weishaupt impartía. Para difundir ahora esta ilustración y para devolver a los hombres a la «tierra prometida», debía de ser la tarea de las escuelas ocultas de sabiduría, a quienes Weishaupt les presuponía una línea tradicional ideal desde los protocristianos hasta los masones. Aunque es verdad que los francmasones declaran ser apolíticos, los Iluminados les servirían como máscara. Finalmente un «Tiempo de decadencia» iniciará un nuevo ciclo. En esta representación histórica se mezclan el milenarismo medieval y las utopías modernas, las profecías premodernas de un mundo redimido y pronósticos modernos de como se alcanzarían por propias obras. Weishaupt compatibilizó ambos mensajes contradictorios: por un lado, predicó el quietismo, que exoneraba a sus miembros de cualquier responsabilidad del progreso histórico; y por el otro, exigía un activismo subversivo que socavara activamente el sistema de gobierno imperante. Cuál de ambos aspectos primaría, lo dejó pendiente. Eso significa por una parte que era solo cuestión de esperar, pues el tiempo del despotismo absolutista finalizaría desde una lógica interna casi por sí mismo. Weishaupt sostenía que los iluminados participarían solamente por su actividad, incluso mediante su mera presencia, en la abolición del despotismo. La abolición del sistema absolutista no debería pues conseguirse mediante la vía revolucionaria, sino por los recursos personales políticos: querían conquistar más y más posiciones claves estatales absolutistas, para sucesivamente conducirlas a su propia violencia. En los últimos estadios utópicos, sobre si y cómo el estado sería realmente disuelto tras alcanzar el poder o si simplemente los iluminados los reemplazarían en una especie perfeccionada de despotismo ilustrado, es algo sobre lo que Weishapt no dio datos.