Alejandría ardía en silencio. Las aguas del Nilo, testigos inmortales de faraones y conquistas, reflejaban por última vez el resplandor decadente de una civilización milenaria. En lo alto del palacio real, entre mármoles y cortinas perfumadas por el incienso de oriente, Cleopatra VII, la última gran reina del Nilo, tomaba una decisión que marcaría el final de una era. El …