EL Sitio de Cutanda; En julio de 1120 un ejército almorávide formado por 15.000 hombres se disponía a recuperar Zaragoza, recién incorporada al reino de Aragón, cuando fue interceptado por las tropas del rey Alfonso I apoyadas por contingentes procedentes del mediodía francés.
El choque, victorioso para las armas aragonesas, fue decisivo para consolidar la ocupación del valle del Ebro. Con motivo de la próxima conmemoración del novecientos aniversario del episodio, un centenar de voluntarios de Cutanda -una pedanía de Calamocha- se patearon el pasado verano los campos en los que, según distintos indicios, se libraron los combates en busca de vestigios de aquella singular batalla.
Alfonso I de Aragón
Hijo de Sancho Ramírez (rey de Aragón y de Pamplona entre 1063 y 1094) y de Felicia de Roucy, ascendió al trono tras la muerte de su hermanastro Pedro I.
Destacó en la lucha contra los musulmanes, y llegó a duplicar la extensión del reino de Aragón y Pamplona tras la conquista clave de Zaragoza. Temporalmente, y gracias a su matrimonio con doña Urraca, gobernó sobre León, Castilla, Toledo, Pamplona y Aragón y se hizo llamar entre 1109–1114 «emperador de León y rey de toda España» o «emperador de España», lo que duró hasta que la oposición nobiliaria forzó la anulación del matrimonio. Los ecos de sus victorias traspasaron fronteras; en la Crónica de San Juan de la Peña, del siglo XIV, podemos leer: «clamabanlo don Alfonso batallador porque en Espayna no ovo tan buen cavallero que veynte nueve batallas vençió». Sus campañas lo llevaron hasta las ciudades meridionales de Córdoba, Granada y Valencia y a infligir a los musulmanes severas derrotas en Valtierra, Cutanda, Anzul (en Puente Genil) o Cullera.
A su muerte, y en lo que es uno de los episodios más controvertidos de su vida, legó sus reinos a las órdenes militares, lo que no fue aceptado por la nobleza, que eligió a su hermano Ramiro II el Monje en Aragón y a García Ramírez el Restaurador en Navarra, dividiendo así su reino.
Los Almorávides
Se conoce como almorávides es decir, «el morabito», especie de ermitaño musulmán–) a unos monjes-soldados salidos de grupos nómadas provenientes del Sáhara. Los almorávides abrazaron una interpretación rigorista del islam y unificaron bajo su dominio grandes extensiones en el occidente del mundo musulmán con las que formaron un imperio, a caballo entre los siglos XI y XII, que llegó a extenderse principalmente por las actuales Mauritania, Argelia, Marruecos y la mitad sur de la península ibérica.
Movimiento religioso y político surgido entre los bereberes cenhegíes del Sáhara occidental, tribus nómadas y camelleras, logró extenderse por el Magreb occidental, unificar por primera vez el territorio del moderno Marruecos, extenderse por al-Ándalus e implantar una variante única del islam en la región, el sunismo malikí. Su expansión por el Magreb supuso el fin de la supremacía de los tradicionales rivales de los cenhegíes, los bereberes cenetes, que habían dominado la región hasta entonces y la victoria de los nómadas sobre los habitantes sedentarios de la zona. La defensa de la ortodoxia religiosa, que satisfizo a los influyentes jurisconsultos islámicos, y la abolición de los impuestos no canónicos, bien vista por la población en general, facilitaron la expansión almorávide.
A la rápida expansión le siguió una veloz decadencia, por la falta de solidez del nuevo imperio. Mientras las campañas en al-Ándalus contra los Estados cristianos absorbían gran parte del poderío militar del Imperio almorávide, en el Magreb surgió un foco rebelde en la población montañesa, masmudí, el movimiento almohade, que acabó por destruirlo. En la caída contribuyeron también el descontento de la población por el gran poder de los alfaquíes malikíes, los abusos de los soldados y el aumento de los impuestos para mantener a los ejércitos.
El Sitio de Cutanda
La batalla de Cutanda fue un hecho de armas entre Alfonso I el Batallador y el ejército mandado por Ibrahim ibn Yusuf (1120), ocurrido en Cutanda, cerca de Calamocha (Teruel), en el que los almorávides fueron vencidos por los ejércitos cristianos.
Alfonso I contó con la ayuda de Guillermo IX el Trovador, duque de Aquitania. En junio, el ejército cristiano comandado por Alfonso I de Aragón derrotó al ejército almorávide. Como consecuencia, el rey aragonés se apoderó de las fortalezas de Calatayud y de Daroca.
Tras la caída de Zaragoza en 1118 a manos del rey aragonés, los territorios y más importantes ciudades de la antigua taifa caían uno tras otro en poder del Batallador. En 1119 reconstruyó la ciudad abandonada de Soria y repobló su comarca, y en 1120 ponía sitio a Calatayud.
En ese momento Alfonso I supo que los almorávides marchaban hacia Zaragoza para intentar reconquistarla con un potente ejército reclutado desde el invierno de 1119 en Molina de Aragón, Lérida, Murcia, Granada, Valencia y Sevilla al mando de Ibrahim ibn Yusuf, a la sazón caíd de Ishbiliya.
El avance musulmán se produjo ascendiendo por el valle del río Jiloca hasta Calamocha según María Jesús Viguera o siguiendo la ruta de Perales del Alfambra y Portalrubio, según Antonio Ubieto Arteta. El rey de Aragón salió a su encuentro, que se produjo en la localidad de Cutanda, con resultado de victoria decisiva para Alfonso I.
La batalla de Cutanda fue una de las más importantes victorias del Batallador. Las fuentes musulmanas no dejan de reconocer la decisiva derrota y las numerosas bajas habidas en la batalla. En el plano estratégico, el desastre acababa con las esperanzas de recuperar Zaragoza para el islam. La batalla pasó a la paremiología popular en la expresión recogida por Zurita «peor fue que la de Cutanda» o «peor fue la de Cutanda» con el sentido de minimizar desgracias.