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Año 968, La batalla de Fornelos; Cuando los vikingos ascendieron por la Ría de Arosa

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La batalla de Fornelos fue un enfrentamiento librado el 29 de marzo de 968 en las cercanías del río Louro, entre los vikingos noruegos del caudillo Gunderedo y las tropas reunidas por el obispo de Iria Flavia, Sisnando Menéndez. Los saqueadores nórdicos asaltaban las costas gallegas desde hacía décadas, y con la intención de buscar nuevamente botín desembarcaron en las Rías Bajas.

Según el Cronicón Iriense, los invasores entraron por la ría de Arosa con más de un centenar de embarcaciones. El obispo Menéndez organizó un ejército con el que defender el territorio, logrando cercar a los invasores, pero no pudo hacer nada contra ellos una vez iniciado el choque. El obispo fue muerto por un flechazo y su hueste desbandada, dejando vía libre para que los vikingos continuaran sus incursiones.

En el año 968 el segundo duque de Normandía, ante el peligro de invasión francesa de su dominio, pidió ayuda a sus parientes daneses y noruegos que acudieron con una gran flota vikinga. Una vez derrotado el rey de Francia los vikingos permanecieron en Normandía, lo que provocó grandes problemas, por lo que el duque los animó a partir a la conquista de Galicia, esa tierra tan rica de la que tanto hablan los peregrinos.

Llegaron a Galicia unas doscientas naves al mando de Gudrød (Guðrǫðr), hermano de Harald Gråfeldr, conocido como Gunderedo en las crónicas gallegas. Cien de esas naves se detuvieron en la costa cantábrica de Galicia y atacaron la diócesis de Bretoña, mientras que otras cien se internaron en la ría de Arosa y desembarcaron en el puerto de Iuncariae (Xunqueira), para dirigirse por tierra hasta Santiago de Compostela. La llegada de los vikingos coincidió con el fin de las disputas entre los obispos Rosendo y Sisnando II por el control de la diócesis episcopal. El obispo Sisnando, que acababa de expulsar a Rosendo de la ciudad, intentó detenerlos en las proximidades de Iria Flavia, donde habían llegado remontando el curso del río Ulla, pero no lo consiguió y murió atravesado por una flecha durante la batalla de Fornelos el 29 de marzo. Ya sin resistencia, los vikingos se dispersaron por Galicia, llegando hasta el Courel. En Lugo el obispo Hermenegildo consiguió defender la ciudad, pero no pudo impedir que los vikingos arrasaran las tierras de Bretoña, cuya antigua sede quedó destruida, siendo reconstruida posteriormente en el actual Mondoñedo.

Los vikingos permanecieron durante cerca de tres años en tierras gallegas, matando y saqueando, pero cuando regresaban a sus naves cargados con botín y prisioneros fueron interceptados por un ejército al mando del conde Gonzalo Sánchez, que consiguió vencerlos en los alrededores de la ría de Ferrol hacia el año 970, dando muerte a Gunderedo, su sækonungr y quemando la mayoría de sus naves.

Tras dejar Galicia, los vikingos continuaron navegando hacia el sur y saquearon la costa entre el río Duero y Santarém.

Sisnando Menéndez

Sisnando Menéndez (m. 29 de marzo de 968), más conocido como Sisnando II de Iria, noble y obispo gallego de la Edad Media, hijo Hermenegildo Alóitez, conde de Présaras, y de su esposa Paterna Gundesindez (fundadores del Monasterio de Santa María de Sobrado). Se hizo cargo de los enclaves militares para la defensa de la costa gallega contra los ataques de piratas vikingos y sarracenos. Sobre el año 960 levantó un castillo sobre el castro de Cedofeita, restauró las torres de La Lanzada (El Grove) y San Sadurnino en Cambados, que, junto con otros puntos como el mirador de Lobeira, el Facho de Donón (Cangas) y el campanario de san Cibrán de Calogo (Villanueva de Arosa) componían un sistema de vigilancia y defensa costera contra ataques tanto por mar como por el interior.

El obispo Sisnando consiguió del rey Sancho I de León el Craso permiso para amurallar la ciudad de Compostela, a la que dotó de nuevos torreones y fosos reforzando la catedral, pero finalmente Sisnando se rebeló contra el rey y fue encarcelado. En su lugar fue nombrado san Rosendo como obispo de Iria-Flavia, pero a la muerte de Sancho I huyó de la cárcel y expulsó a san Rosendo por la fuerza de Compostela, que le profetizó «Tú, Sisnando, que con mortífera espada me amenazas, con mortífera espada serás traspasado.» cuando el depuesto Rosendo fue violentado en su aposento la noche de Navidad del año 966.

En el año 968 entran en Galicia los vikingos de Gunderedo y aprovechando el desorden avanzan por estos territorios sin apenas resistencia; Ramiro III había sucedido a Sancho I en el trono de León con tan solo cinco años y parte de la nobleza gallega, enemiga de Ramiro III no apoyó a las mujeres regentes (su madre Teresa y su tía Elvira) que no pudieron organizar un ejército para hacer frente a los escandinavos. Los campesinos huyeron de los campos y los vikingos cometieron todo tipo de desmanes, el ejército de Gunderedo arrasó las iglesias de Boente, Santa Olalla de Curtis y sus monjes fueron hechos prisioneros.

En marzo de 968 Gunderedo llega a las puertas de Compostela, donde acampa a la espera de poder entrar con promesas que luego no cumplían o para buscar el mejor modo de entrar a saquear, pero Sisnando II se había encargado de su fortificación y organizó un ejército que el 29 de marzo del año 968 se enfrentó a los vikingos en la batalla de Fornelos, parroquia de Rarís. En tierras de Teo, el obispo Sisnando se puso al frente de sus tropas de caballería en Fornelos, pero su temeridad lo llevó al medio del campo de batalla sin mayor defensa que su valor y murió de un flechazo enemigo, quedando derrotadas sus tropas y los vikingos entraron en Compostela.

Gunderedo

Gudrød en castellano: Gunderedo fue un caudillo vikingo noruego considerado rey del mar (sækonungr) que desde sus bases permanentes en el Loira lanzó sangrientas incursiones en las costas cantábricas de la península ibérica con cien naves armadas en el 968, asentándose en Galicia durante un año entero. Posiblemente Gunderedo tenía parentesco familiar, primo o hermano, con Harald II de Noruega.

En marzo de 968 Gunderedo llega a las puertas de Compostela, el obispo Sisnando Menéndez se encargó de la defensa y el 29 de marzo de 968 se enfrentó a los vikingos en la batalla de Fornelos, fue derrotado y murió de un flechazo. Los vikingos entraron en la ciudad sin más resistencia.

El conde Gonzalo Sánchez terminó con la aventura vikinga en el año 970 lanzando un ataque con un poderoso ejército que venció a los nórdicos en cruenta batalla y tras capturar a Gunderedo y los supervivientes de su flota, los pasó a todos a cuchillo. Una respuesta tan sangrienta probablemente se debió a que en el siglo X se llegó a decir que, vistos los precedentes de expediciones previas, que el vikingo era peor enemigo que el moro.

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